martes, 25 de septiembre de 2018

Abril


Viajé el 31 de Marzo a Madrid, aterricé el 1 de Abril.

Lloré todo el viaje sintiéndome desorientada y abrumada por la separación, pensando en el abrazo de mi madre, en el dolor de mi hermana, en lo entrañable de mi familia, y en la preciosa comunidad de personas que me aman, me cuidan, me cuentan y me escuchan. En cada sitio que nos recibió mientras viajamos por el Sur de Chile, y cómo, sintiéndome en casa me sentía de paso, sin casa, sin arraigo, en tránsito. 

Quise quedarme. Quise la seguridad y el cobijo de mi casa familiar y de la ciudad que conozco. Y a la vez, en el otro lado de mi sentir, estaba la certeza de que seguía allá, aquí, en España. Como un elástico tirándome de manera inevitable. En el desarraigo está también un arraigo inevitable. Una existencia de mí misma que brota en otra tierra y está en mí. Dentro y fuera. En tantos nuevos espacios, personas y relaciones, en otra dimensión de mí. 

Un lugar nuevo te descompone, te reafirma, te reconstruye. 

Aquí me paro. Solo visualizo un acantilado, un salto al vacío, la sensación de que todos los planes han sido imperfectos y efímeros, que sirvieron solo para activar una acción, un movimiento en el espacio con una dirección. Y luego, se han disuelto. He visto tantos proyectos pasar por mi cuerpo, soñados en diálogos extensos, días y noches, mirándonos a los ojos. 

Brotan y vuelven al pozo de donde salieron. 


Dentro de mi
un volcán
Centro de mí
un volcán
esperando salir hecho riachuelo

Un encuentro de miradas
un cruce de almas
un acceso
al pozo del sentimiento
tierra negra
puerta roja
ni lo uno ni lo otro
la voz

Aterricé, lloré y dormí. Mas no entendí. 
Me vine cargando una valija absurda. 
Me vine llorando el peso sobre mis hombros. 
Me vine cargando las despedidas como un puñal atravesado. 


Recapitular

Septiembre, 25

Lo que necesito es ir hacia atrás
recopilar y recapitular
me siento en un presente abrumado de pasado

Me vivo en un presente rasgada de pasado 
en un presente aletargado y vertiginoso. 

En un presente donde la dualidad se expresa a mi alrededor danzando, 
y yo no sé asirla para bailar. 

Estoy en la fractura.
Sin saber dónde estoy en mí ahora mismo.
Siquiera, dónde estoy.