viernes, 26 de diciembre de 2008

El grito navideño.

Me parecería curioso encontrar un individuo que nunca haya sentido la necesidad, aunque sea una vez, de gritar mucho y muy fuerte, tratando de dejar salir algo inmerso en ese grito.

Más de una vez mis ansias de arrancarme del pecho un enorme sentimiento desgarrador me han llevado a un grito del mismo tipo, sirviendo, no sé, sirviendo, tal vez, depende, de cuan profundo, de cuan doloroso, de cuantas ansias, de tantas variables finitas en infinitas combinaciones.

En momentos como éste, en los que me identifico como una mujer medio aburrida, medio estresada y con deficiencias de cariño severas dado el agitamiento de sus últimos acontecimientos, me encantaría gritar unas cuantas muchas cosas, sólo para descargar un poco este estado tan deplorable en el que caigo en estas circunstancias.

Y no nos encontramos frente a un estado depresivo, no.
Ni tampoco frente a un estado demacrado y perjudicado, no.
Si no que nos encontramos frente a un enorme iceberg con forma de mujer que se planta inmutable frente a un computador a hacer uso de un difícil medio de expresión en términos expresivos, y que, con su falta de expresividad, se transforma en una masificación de su estado inusual y perturbador de ánimo.

Siendo el minuto dado y actual en que van transcurriendo mis palabras, un minuto más muchos otros que se dividen en un estado pensativo, medio triste, y un estado curiosamente despierto y atento...
Me parecería un momento adecuado e incluso perfecto para gritar pelotudeces en medio de la noche cuando los vecinos duermen, pero, hay muchos otros factores que me lo impiden, desde los más vagos, hasta los que son, un poco menos vagos.
Dada la situación, tampoco puedo quedarme de brazos cruzados sin tomar ningún tipo de acción al respecto, pero ahora que escribo esas palabras y las veo escritas, puedo darme cuenta de que sí, puedo quedarme de brazos cruzados y guardar mis gritos para otro momento impulsivo de gritar.

Y como ciertos individuos han osado dejarme hablando en soledad, he decidido retirarme y dejar esto botado así como asá, porque será, a esta hora, mi mayor expresión de rebeldía.

Deseandoles a todos muchas desgracias que en realidad no estoy deseando, se despide atentamente
El Grinch

jueves, 4 de diciembre de 2008

Baby, hasta la vista



No diremos que es una linda cara, ni siquiera una linda sonrisa, pero es. Con eso debiese bastar al menos hasta mañana, y ¿qué les parece? El cielo está estrellado, como no estaba hace tiempo, al menos para mi ojos. Entre tanta lista, tanta carta, tanto mensaje, tanto e-mail, todo se vuelve tan palpable, tan físico, tan cercano y distante en una misma expresión de la sensación abrumadora que es el amor.

Y, ¿qué es el amor?
No, no voy a ponerme a responder esa pregunta, podría estar horas y terminaría siendo un poco de lo dicho y de lo que aún no se dice, plagado de clichés y tonterías tanto trascendentales como idiotas, por lo que, dejando esa temática al aire, voy a continuar con nada menos ni más interesante.

Y en la víspera de este gran viaje, tan temeroso, tan premeditado, protegido y atormentado, no puedo pensar en las palabras de nadie, simplemente puedo mirar el suelo de mi pieza, lleno de polvo, el desastre que yace encima de la cama, con miles de cosas que debo guardar o asegurar en algún lugar, y que aún no tengo ánimos de hacer. Como sabrán, ni la eficiencia ni la organización son parte de mis atribuciones, no queriendo decir con esto que no puedo llegar a ser ninguna de esas cosas, quizás simplemente no me llama la atención ahora, hacer el esfuerzo.

Y ahora que la bateria empieza a decaer, me pregunto, por qué habrá pasado, por qué todo, por qué todo de todo, y por qué todo cuando pasó, ni antes, ni después, sólo fue cuando quizo ser, pero ¿por qué?

Sí, lo sé, soy una lata, por qué no puedo conformarme con que las cosas pasaron así por algo y ya, y tal vez debiese ser eso suficiente, pero no parece serlo. El niño estira los brazos hacia adelante, buscando quien lo levante y lo cobije un momento en sus brazos, sólo para sentirse aliviado y protegido, aunque sea por un momento.

Así me siento de vez en cuando, con la necesidad de que un par de brazos amables me sostengan un rato, y me dejen llorar ahí, aliviada.

Y aunque la vida te da sorpresas, también le gusta volverse evidente de vez en cuando, dándote el peligroso papel de escribir el movimiento que sigue, y cuando eso pasa, por lo general, somos nosotros mismos quienes nos paramos al borde del precipicio a tomar el riesgo que no debíamos tomar, o que perfectamente podríamos haber evitado tomando un camino seguro y recorrido.

Pero díganme, ¿cúantos se conforman? cuántos se conforman con ese lindo camino iluminado, no son tantos, ni tan pocos, pero no son tantos, como, me atrevo a decir, a veces quisiéramos. Lo interesante sería, que cada uno de los que por voluntad propia se ha levantado frente al precipicio, dejará de mirar abajo tan absorto y girara la cabeza hacia sus costado, quizá cuantos conocidos, quizá cuantos familiares, quizá cuantos amores perdidos, nunca se sabe.

Estoy tán pálida como la muerte, y puedo admitir que no es esa mi mejor cara, pero ya me voy, de vacaciones ojalá, de locuras ojalá, no me importa lo que haga, no me importa lo que deje de hacer, ha sido ya mucho tiempo de pensar, si a nadie le molesta, voy a vivir por un rato, hasta que me aburra, y vuelva a pensar.

Rizos de oro, Cabello de fuego, Negrita Azabache, queridos, amados, torturados, ahogados, todos como nadie, nadie como tú.

Hasta la vista, hasta la vuelta, hasta que venga.

lunes, 24 de noviembre de 2008

TÓXICO

Que ironía, tengo la rabia más tóxica adentro, podría decir cosas tan hirientes que quizás me sorprenderían en otro momento, pero ahora no.

No se sorprendan, la hicieron increíble, tan increíble que de a poco la gente se entera, de a poco la gente se preocupa, de a poco entiende y de golpe los odia, a ambos, por hacer lo que hicieron con ese poco pudor.
No se preocupen, la vida devuelve, a mí me ha devuelto de todo, y por eso también sé, que les tocará a ustedes. Yo por mi parte, me limitaré a la nada, pero no voy a mentirles, no, ¿para qué? cuando los he visto, siento unas desgarradoras ganas de escupirles encima, a ti, querida, como siempre, que impresionante, sigues igualita, tan mosquita, tan mentirosa, tan perra y tan asquerosa, yo que creí que habías crecido, e incluso tenía una imagen mejor de ti y estaba dispuesta a compartir contigo, gracias querida, gracias por abrirme los ojos de esa manera tan sutil, procuraré tenerte todo el asco y la repugnancia que debí tenerte desde un principio. Por lo demás, cuando pasan estas cosas, la olla comienza a destaparse y las otras verdades comienzan a asomarse, timidamente a la superficie...

No temas, ya me he enterado de suficiente, ¿estarás feliz? de comenzar a cavar tu tumba nuevamente, de tener la fama que habías perdido, o que yo, ilusamente creí que habías perdido.
Pero no, gracias una vez más, por esclarecerme el camino de la verdad, que agrado, no tener que vivir en una mentira, como haz hecho vivir a otros, ah, por cierto, te descubrí, cómo podía saber yo que tenías a la pobre engañada aún, pero no te preocupes, yo que sé lo que es querer de verdad me encargué de mostrarle la verdad, ya no debes preocuparte, estás casi totalmente destapada.

Ahora, ¿quién te creerá? Si hasta a tus cercanas has mentido sin piedad. Y creáslo o no, la cuestionada fui yo, pero bueno, puedo aceptarlo también, comprenderlo incluso, era difícil de creer, incluso para mí.

Pero no, tu no te rindes, siempre jugándotela por dejar más y más el desastre en la vida de los demas, pero insisto, gracias, gracias por abrirme los ojos a la verdad, que ilusa fui, casi te creí, como todos, como todos los ilusos, casi te creí, que imbécil, pero al menos, puedo estar tranquila ya, sé, con seguridad, que no eres más que la misma asquerosa de siempre. Lamentablemente, he debido aceptar, que la maldad existe, y que puede residir en una persona, hasta ahora, eres la única que conozco, ojalá no encontrarme más con gente como tu.

Y tú, el pobre, indefenso, malherido y sin amor. Que repulsivo me es el recuerdo de tus palabras, menos mal que no creí mucho de lo que dijiste, y con justa razón también. ¿Decías? En MUCHO TIEMPO MÁS, NO, POBRE PERDIDO CACHORRO MALHERIDO, SIN AMOR, QUE NO SABE QUE LE OCURRE, QUE ALGUIEN LE AYUDE, AL POBRESILLO, ESTÁ DESESPERADO.

Que basura, que mierda, que verguenza, eso es, reconocer que estuve cerca de alguien con una capacidad tan perturbante de mentir creyendo en lo que dice y de decir tamaña imbecilidad casi al borde del llanto, dando pena, ahora, me encantaría ver como te enamoras, ojalá no caigas tan bajo, pero quizás de ti, ya no hay nada más que esperar. Me doy asco, que desepcionante, que desgarrante sensación de engaño y de putrefacción.

Y el descaro que tuviste de pretender que querías protegerme del dolor, y ahora eres tú el encargado de llenarme de una rabía tóxica, ni siquiera de tristeza, ni de nostalgia, sólo rabia, de recordar tu imagen con una sensación de ardor, de adrenalina y de violencia sin medida.

Podría matar en mi mente, podría matar en mi corazón, podría desangrarme del asco, del dolor y de la ira.

Gracias por la inspiración, gracias por desaparecer, y ojalá te mueras en mí, para siempre, para dejar de sentir asco, de sentir esta impotencia tan repulsiva en el interior.
Podría quemar cada una de tus manos en mi cuerpo, podría quemar cada mirada romántica y anesteciante, podría quemar cada expresión de amor.
Podría quemarte vivo en mi corazón y no sentiría dolor.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Vapor de humo



Me siento casi tan miserable, que podría asumir mi derrota.
Me siento tan llena, llena de una nada tan penetrante y profunda.

Esta noche convergen una vez más, los humos de mi pasado.
Esta noche aparecen denuevo, las tenues luces de mi peor lugar.

Vuelvo a sentir el sabor de mi derrota.
Vuelvo a sentir el aroma a veneno, a muerte.

Se alborotan los aires, el tiempo se pierde, la lógica se cae.
Siento de nuevo el dolor punzante en el pecho, los nudos que crecen, que corrompen mi ser.
Podría demostrar hoy, que no hay nada ni nadie que pueda explicar algo, ¿Por qué lo siguen intentando? ¿Es que acaso no lo ven?

Tengo en las manos la victoria, tengo en las manos la traición.
Hoy, ya no sé para dónde voy.
Hoy, he perdido todo sentido de razón.
Hoy he perdido mucho más que un negro corazón.

Ya perdí el sonido, ya perdí la voz, ya casi he perdido el sentido y la esperanza.

¿Hay alguien allá afuera que pueda trarme de vuelta?
¿Por favor?

La puerta se cerró otra vez, lo sé, puedo percibirlo, pude sentir como rechinaban las viejas y oxidadas visagras de interior, y el portazo final, determinante, temeroso de no volver jamás a abrir sus puertas, sus rojas puertas, su sangre, mi sangre.

Tengo que salir de aquí, tengo que salir de esto,
pero díganme, ¿cómo?

Estoy agotada, agotada de dar vueltas, de mirar la balanza como se hunde, porque ninguna superficialidad podrá levantarla, el peso es demasiado grande, el esfuerzo tendrá que ser aún mayor, víbora, víboras, terminará siendo, tan simple, tan obvio, terminará siendo, siempre lo mismo.

Tengo que vivir, pero, ¿para qué?

martes, 4 de noviembre de 2008

La luna y el espejo.

El Reflejo.

Hoy debes saber que soy sólo un reflejo más, mágico y espléndido, del dia en que corrí al precipicio, tomé a la noche de la mano y avancé en reversa volviéndome con cada paso más cuerda como las eternas vueltas del reloj que cuelga y resuena en la pared de la casa de mi abuela.

Soñaba que las olas golpeaban mis venas repartiendo en trozos líquidos mi sangre en el camino hacia la tienda de los marcos rotos en la guerra de los duendes, sin pausa, sin tregua, en su mundo bajo la cama del elefante rosado, creador de la tierra y los hermanos que cantan a la luna para que oscurezca sus penas como la noche o las atormente como en invierno con un fuerte viento que las lleve lejos.

El contra reflejo.

¿Quiéres café mi vida?
Mañana al despertar recordarás mi propuesta, notarás que subir al cielo es incluso más complejo que trizar los vidrios de nuestros años de llantos y dolores. Cuando acabe la guerra no vendrá la paz, cuando la tortura es breve el dolor se inmortaliza y se quema perpetuo sobre la piel herida de mentiras caídas como el sueño.

Quien me recuerde sabrá que no existí por nada, quien me odie, quien me ame, quienes quieran y no quieran mirar, grandes, gigantes, bienvenidos a una vida presente, tan falsamente omnipotente. Como siempre, con algo hay que cumplir, me sigues, te sigo, pero ¿quién siga? que ría, que tome prestada la bicicleta rosada e imagine, sin censura, sin objetivo, que quien golpea es amor, no dolor, que quien duele es alegría y no desolación. Y que esta lágrima me libera, no me condena, que me deja, me asesina y más tarde me devuelve la vida.



LUNA A-TEMPORAL

domingo, 2 de noviembre de 2008

Amanecer contigo


"El poder siempre manda, si para tenerte aquí,
habría que maltratarte, no puedo hacerlo... sos mi Dios;
te veo, me sonrojo y tiemblo, qué idiota me hace el amor.
Y hoy quiero darle rienda a esta superstición...
"

Y no debiésemos detenernos, estamos sólo hablando de estrellas, tierra y antialérgicos.
Cualquiera encontraría la inocencia a la distancia, y no se preguntaría mucho más.

El Amanecer es capaz de condicionar cualquier situación, contextualizar cualquier locura temporal, normalizar cualquier anormalidad. Siendo las condiciones lo menos idóneas posibles, diremos claramente, que no fue eso lo interesante ni mucho menos lo importante.

Tal vez sí, tal vez es mi deber aceptar que no es algo que se haya originado en ese momento, pero también es fundamental aclarar que estaba hacía tiempo al margen, no sabría explicar claramente por qué razón, pero así era.

Tampoco podría decir ahora si me arrepiento de ese margen, no me gusta arrepentirme, es una tortura demasiado grande con la que espero lidiar pocas veces, y bueno, por muy familiar y maravilloso, no quiero engañar a nadie, no sé si tengo la fe puesta en mí en este entonces.

No quiero poner mis manos al fuego, cuanto dolor podría soportar es lo que no sé, cuan correcto, cuan incorrecto, cuan perfecto, cuan equivocado, todos misterios tan erróneos como necesarios e innecesarios. Quién sabe, quizás hasta estoy formulando mal la pregunta.

A tal punto de que puedo parar la cabeza un pequeño segundo, regresando a ese momento, a ese lapso abstraído, tan ridiculamente mágico, tan torpemente perfecto y tranquilo, a ese pequeño momento en que lo fuiste todo, sintiendo que te conocía tanto y hace tanto tiempo, a ese momento en que te conecté a una sensación tan real y de tanta locura.
Ese cariño clandestino que se manifestaba, certero e impenetrable.

Y el pequeño pero no menos importante hecho que significa no tener idea de absolutamente nada, me produce una incomodidad muy dulce, por fín, tal vez, por la mierda, quizás, pero bueno, supongo que me hace bien no tener pensamientos fantasmagóricos y palabras inconclusas con las que retorcer las neuronas.


Pacto para vivir.

Suéltenme desde lo alto, ya sé que no estoy.

lunes, 13 de octubre de 2008

Bicicletas rosadas


- SÍ madre, fingir llega a ser entretenido, nadie entiende, nada se entiende, y al fin y al cabo, ¿para qué entender? -

Despistada, Margarita tomaba la curva mientras le hablaba a su madre.

- Hija por dios, que ingenuidad la tuya -

- Y me has de llamar ingenua, no importándote el trauma que puede significar para mí, desde hoy hasta que muera recordaré el día en que mi madre me llamó ingenua -

- Querida, conociéndote, te va a durar hasta la próxima borrachera, la última vez no recordabas como llegar a tu casa, dudo que recuerdes ésto -

- Sí, y las mentiras al final, son una ganga, te acercan donde quieres y te alejan también, te ayudan-

- Te perjudican -

- Te salvan -

- Te condenan. Hija mía, te condenan -

- ¿Y qué sabes tú de condenas? -

- Sé de semáforos, si es que ayuda de algo -

-¿Semáforos?-

- Sémaforos hija. La verdad es un alto, la verdad es la roja que te hace parar, es detenerse, tomar un impulso y con valentía superar cualquiera sea el obstáculo puesto en frente -

- ¿Y la mentirilla amarillenta? Digo yo, te acelera y te traspasa o te disminuye gradualmente de a poquito, bien tranquilo, diría yo -

- Hija, tu ingenuidad, el engaño es caída libre al vació interminable, es la verde sin fronteras, quien engaña una vez, engañará otra, y cuando salga la verdad, y cuando dé la roja sorpresivamente, tendrá que seguir engañando para dar la verde, y así siempre, y así sucesiva y consecutivamente sin más ni menos, sólo hasta que sea capaz de detenerse y mirar el desastre hacia atrás -

- No te entiendo madre -

- Margarita, ¿cuándo entenderás? El curso de manejo lo terminaste hace años, no soy tu madre, no eres mi hija, yo sólo te enseñé a conducir, el retrovisor, los costados, el freno y con dificultad el embriague.
¿ Por qué no te vas a tu casa de una vez?

- Madre, no te preocupes, yo te voy a ayudar. Cuando aprenda a manejar, te voy a llevar a todas partes y así no tendrás que andar sola por ahí, un día de estos te van a atropellar, con lo sola y ciega que andas.
¿Debes salir hoy? Pero prométeme que será la última vez que saldrás sola.

Muy bien, perfecto, tú ten paciencia, que rápido voy a aprender -

- ¿Margarita? ¿Me oyes? -





Rara vez una madre, una madre de las mías, rompe una promesa.
La locura, el dolor, la angustia, el desamor, son condenas de esta vida.
Cuidado a quien quiera hablar de libertad, ¿qué libertad? ha de especificar.
Y quien pueda, que sueñe.






miércoles, 8 de octubre de 2008

Amapolas





Jaja, ¿nadie considera ya que ésta es una tragicomedia asquerosa?
El destino es tan cruel, que ya me parece broma.
Bromas bromas bromas

Haber, ¡démosle hasta matarla!

Quién quiere probar ahora, a piedrazos, a palos, incluso pueden insultarla hasta que su ego esté tan destruído que no sea capaz de levantarse.
O podemos llenarla y llenarla de cosas malas, hasta que el peso que lleve en la espalda sea demaciado grande.

Y SÍ, ME ENTRAN BALAS, TODAS LAS QUE ME TIRAN, ME ATRAVIESAN, ME HACEN MIERDA.

¿Eso querían probarme?
Es eso lo que con tantas ansias querían probarme...
que no importa cuan cerca crea estar de la calma, de la tranquilidad, de la alegría y la plenitud, que es imposible para mí, que hay una inmensa pared de vidrio entre esa utopía y el camino que a pesados pasos recorro día y noche.

¿Es acaso eso?

Me encontraron, me pusieron a volar, a soñar, a sonreír como nunca, y cuando se aburrieron de mi estado ebrio de alegría, decidieron cortarme de nuevo, me cortaron el teléfono en la cara, total, qué son dos, tres días de tranquilidad.
Aburrimiento, lo lamento, lamento aburrir al público, procuraré vivir mi vida al límite del suicidio, no se preocupen ya, todo estará fuera de control, siempre, 24 putas horas del día, no hay razón para que me vigilen.

Recuérdenme estar muerta para mañana, quizás que la vida me reviva para seguir torturándome, quien sabe...
Y más encima me quejo, que bruta, mil disculpas señora, olvidé su nombre, pero le prometo que una cajita de té de distintos sabores llegará a sus manos, a pesar de que insistan que será inútil, probablemente lo sea, pero quiero verla sonreír.

Soy un asco.

Y no se pierdan el próximo capítulo, mañana a la misma hora, por el mismo canal.


domingo, 28 de septiembre de 2008

Divagando sin buena razón


ESTACIONES DE RECONSTRUCCIÓN


Cuando mueran los días de nuestros sueños y nuestras mentiras, seremos torpes seres tras las rejas de nuestra propia condena, la condena que cosechamos día a día para no ser mejores.
No me preguntaré siquiera por qué, es como inherente a lo que nos compone.
Componentes crueles, después de todo, nos fallan en repetidas e inesperadas ocasiones como queriendo decir que no tenemos más salida que morir.

Suele ser verdad, lamentablemente, y la gente se pierde en exclamaciones brutas como "LADRONA" y la pobre mujer no sabe de qué tiene la culpa.
Que alguien le explique porfavor, que la raza humana tiene fallas para fallar y así seguir fallando infinitas veces, y que muere fallando o que muere porque falló. Si no hay mucho más que eso...

Pero, siempre hay peros, supongo que es lo entretenido de divagar, que puedo dar infinitas vueltas en el reloj que sigue corriendo como si intentara darle la vuelta, llevarle la contra, marearlo de tanto girar para que pudiese por fin manejarlo a mí pinta, pero de todas maneras, que desperdicio, entre una pinta manejando el reloj para muchos millones y millones de pintas, sería una enorme y sangrienta guerra de pintas, ninguna pinta es tan buena como para que el tiempo ceda, debe ser eso.

Todos me gritan de todos y de todo en la cabeza, no alcanzo a aferrarme a nada, pasan corriendo, rebotando, como el conejo de reloj, que están apurados, sin razón para estarlo, como mérito de condición, estar todo el tiempo apurado.

Una niña en un frasco de mujer.
Una mujer en frasquito de niña.

Y no hay verdad tan certera como que nadie puede estar realmente donde quiere, cuando quiere y como quiere, porque no hay verdad tan cierta como que no existe ser perfecto en este tierra que fue perfecta siendo imperfecta, pero que con un afán de perfección se destruyó y ahora se hunde en un descenso imparable y progresivo.

Quiero soñarte destino, quiero soñarte flor, quiero soñarte hija luminosa de mi sol, fragmento de una energía cósmica perturbada, dañada, imperfecta, pero valiosa.

Falta tiempo
Tiempo falta para todo, tiempo falta para aquello que algún día ansiaremos, tiempo falta para la indecisión, la histeria y la locura intemporal.

Repite conmigo, repite conmigo Anastacia, que no hay tiempo sin tiempo que vaya a destiempo y que querer temporizar es una mentira de muchos sesenta que podrían ser setenta y que por ende no existe tiempo que vaya a tiempo si no muchos destiempos enjaulados en globos de metal.

martes, 23 de septiembre de 2008

La Primavera está con depresión.


I'm so tired of being here,
suppressed by all my childish fears.
And if you have to leave
I wish that you would just leave,
'Cause your presence still lingers here
And it won't leave me alone.

These wounds won't seem to heal.
This pain is just too real.
There's just too much that time cannot erase.

When you cried I'd wipe away all of your tears,
When you'd scream I'd fight away all of your fears,
And I held your hand through all of these years,
But you still have all of me.




Y me preguntaré eternas veces, por qué me hiciste esto.
Me preguntaré también otras miles de veces, por qué este mundo.


Quiero que lo intentes, que hagas tu mejor esfuerzo. Sé que no servirá de nada, ya no puedo creerte, ya no puedo con este dolor, no puedo.
¿Qué esperabas? ¿Mentirme hasta el final de los tiempos? Hacerme sufrir hasta que terminase muriendo por ti, sin poder entender porque la vida estaba siendo tan injusta y tan asquerosa.
Y que más da, ahora me repugna más, me das asco, esa es la verdad.
Me da asco querer creerte aún, me da asco el lugar que te di en mi corazón, si no te lo merecías.
No me importa lo que tengas que decirme ahora, no me importa si es verdad o no lo es.
Ya hiciste suficiente.

Me va a estallar la cabeza, ya se me secó el corazón, que quieres ahora, dime por favor que quieres ahora. ¿Mi corazón en pedazos?
Quieres acaso guardarlo, conservarlo, pegarlo en la pared, tal como el dibujo que arranqué de la mía para que pegaras en esa solitaria pieza en Francia que inventaste, todo para que no te sintieras sólo. Mentí por ti, todo lo hice por ti, por darte todo lo que pudiese antes de que te fueras, a ese triste final, a ese triste lugar.

Ni siquiera me importa si las cosas que yo sé, están mal, ya nada vale, el dolor ya lo tengo, la herida profunda no piensa sanar, al menos no por lo pronto, y eso lo hiciste tú, quiero que lo sepas, quiero que sepas y que sientas todo el dolor que me has causado, inhumano, bruto, cruel.

Y que todos sepan, y que nadie sepa, A LA MIERDA.
Si me muero ahora, si no puedo seguir viviendo, quiero que sepas que es tú culpa, todo lo demás, eran cosas que podía manejar, que podía trabajar, eran cosas que no me quitaban por completo la fuerza y la esperanza para seguir.
Me mataste.

¿Y el despertar?
Estoy pensando seriamente en ponerme a buscar hasta encontrar el verdadero autor de la canción, no es mía, tampoco tuya, me da lo mismo si eso es verdad, me da lo mismo si es verdad que tocas piano, para mí eres una mentira, me mentiste, todo lo que me dijiste, todo lo especial e importante que me hiciste sentir, ¿Cuan verdad puede ser, si es que osaste mentirme de esa manera?

Y si tengo que ser la mala, y si tengo que ser la única asquerosa que no te quiera ver más, lo seré.
Y a pesar de que me he puesto en tu lugar una y mil veces, no puedo, no puedo pasar por encima todo lo que tengo dentro, todo lo que hiciste nacer en mí, no puedo ya mirarte, no puedo ya perdonarte.

Alguna vez me dijiste "nunca quiero que te enojes conmigo"
Y hoy entiendo porque temías.
Y aún temes, como un pobre niño que se pierde en una gran feria, y no puede encontrar a su madre.
Pero esto es diferente, porque no eres un niño, esto no es una feria, y no perdiste a tu madre, me perdiste a mí. Y ya ni siquiera sé que significa eso.

La vela se apagó, quizá es tiempo de irse, pero está la Isa, me hizo darme cuenta de muchas cosas, y al menos por ahora, quiero cuidarla. Sé que fue una señal muy grande, un mensaje que me obliga a quedarme, hay mucha gente que no puedo abandonar por mi maldito deseo egoísta de no tener que vivir esto.

Es probable que nadie me entienda, que nadie sea capaz de ponerse en mi lugar y entenderme, probablemente ni yo sea capaz de entenderme en este momento, pero mi convicción es esa, es en este momento, más fuerte que mi sentido, que mi compasión, que mi empatía, que todo.

Perdona Catalina, por estar fallándote de esta manera, porque sé que me necesitas para darte una mano, pero estoy más abajo, más abajo de lo que creía, y no me estoy excusando, no vale la pena, ¿para qué? pero sabrás que estaré de todas maneras, porque voy a salir de ésta, tal como he salido de otras, tal como saldré de otras cuantas.

Y me siento una mierda de persona, y me siento asquerosa, pero este mundo es asqueroso, y quiero estar a la altura. Ojalá después de esto, pueda dejar esta patética mediocridad y dejar de estar a la altura, pero no tengo fuerzas para sostenerme, no tengo nada.

No quise desconfiar, no quise hacerlo por nada del mundo, a pesar de que tuve mil y un razones que querían llevarme a eso, el amor me cegó, mi maldita sensibilidad me cegó, y tal como lo hizo mi padre hace muchos años, tal como mi padre me endureció e hizo que me desconectara totalmente de mis emociones, tal como logró que yo no pudiese llorar. Me temo que estás causando lo mismo en mí, espero estar más preparada ahora para enfrentar esto, pero me estás haciendo lo mismo. Me gustaría poder sacarte así nada más, pero sería volverme insensible con aún más rapidez.

No lo haré, voy a vivir cada gota de esta agonía, y espero que por fin, uno de estos días, mi estupidez me deje por fin llorar.

domingo, 21 de septiembre de 2008

La noche en que morí

Algún día será el día de mirar atrás y recordar que fuimos mejores en algún lugar de nuestra vida.
Teniendo una infinidad de mundos, escogimos éste sin saber por qué. Es necesario recordar que aceptamos todas las condiciones previamente estipuladas por nuestros precursores.

Debo aguantar los gritos que ahora no aguanto, debo tolerar las mentiras que ahora me atormentan. Que daría yo por tener tanta voluntad, tanta noble voluntad, para de una vez desaparecer y ahorrarle este negro dolor a mi corazón ¿Cúal de todos está peor? Ya ni eso me interesa, ya ni siquiera eso me importa.

Donde se ahoguen mis penas, llévenme.
Donde no sienta mi alma, déjenme.
Donde mis ojos no quieran matar, abandónenme.

Ya no quiero esperanza, ¿para qué? ¿Para perderla? ¿Para que me la arranquen a palos de las manos? No, no sé si vale la pena, si es que luego debo sentir esta triste agonía, esta repulsiva soledad, no lo sé.

Ya sabía yo que algo andaba mal, que algo no se sentía bien, ¿cuándo había vivido yo tanta perfección? Ciertamente la desepción no podía estar lejos, ilusamente mis parámetros de la catástrofe no llegaban a ésto, no se acercaban siquiera, pero bueno, ahí está la magia, en cagar hasta el fondo, en caerse infinitas veces y que se destruya todo.

¿Y si no puedo reprocharte mi dolor? ¿Sabes? Prefiero que mueras, que mueras dentro mío para ser indiferente y quemar el amor aunque me llene de odio. No lo entiendo, no te entiendo, ¿por qué? ¿por qué a mí? ¿por qué me escogiste a mí para hacerme mierda?
Jamás entenderé por qué me destruíste de esta manera, jamás entenderé por qué quisiste instalar esta inevitable desconfianza vil en mi vida.

No vuelvas, ya no quiero verte, ya no puedo verte, ándate, llévate tu "para siempre" y déjame aquí con mi herida, déjame sangrar tranquila al menos.

Quiero abrazarme a la luna, quiero acostarme con el sol, quiero morir frente a tus ojos y no sentir más este dolor.

00:19 - 20 septiembre - 2008
En mi desesperación, en mis ganas de morir, presente.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

4:38 A.M.


Del día antes a la No-independencia de un país tan poco mío como de cualquiera


Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie.

Súbanme al bus
Críenme con amor y dedicación ¿y por qué no?

He de bailar, he de crear un sueño para tener tiempo y que me quieras a destiempo.
Y cuando suban las ovejas de este amor de felinos, inventaremos tortugas, no torturas, para seguir el ritmo.

Maderas melodiosas
como pelo sucio que huele rico, para perder los parámetros de lo correcto y lo incorrecto.

De tanto caminar, zapatillas rotas.
En su defecto, parlantes con dos auriculares de velador ¿Y qué tanta? Diría en su nombre la distorción.

Y hablar de guapas, de rojos y de parejas que llevan mucho pero poco.

Y yo digo, ¿qué pasa acá?

Será un suplicio llorar por tiempo no perdido.
Será un suplicio pedirte mirar al frente como dos tontos que constan de una infinidad ridícula de tiempo.
¿Qué hacer?
¿Qué dejar de hacer?
¿Dejar de querer?

Já, claro. Que mentira sería.
Hasta los gatos despiertan con hambre, ¿para qué mentir?

Si te amo, te amo
Si no, no.

¿Cómo algo puede ser tan simple y confuso a la vez?

No puedo, no puedo hablar de una confusión que no tengo.
Como la distorción, que se asume enamorada, ¿Quién podría refutar eso?

SÁLVESE QUIEN PUEDA

No caigan. No me caigan ¿o me boten?

Que gozo ser torpes, ser casi hermanos, no ser nada parecido, pero dé, pero de todas formas caminar a tres metros de distancia balanceando la cabeza.

Y que más, que más que no escuchar un alboroto honroso de bocinasos y vítores casuales.

Córtenme, tut tut tut

El número al que está llamando se encuentra fuera de servicio.
Gracias.



miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sí, para siempre.


Nubes negras
Llueve otra vez y aquí adentro los dos.
Tu voz me despierta
Dulce de sueños
Pereza y amor.


Andrés: Manuela, ¿por qué tardaste tanto en volver?
Manuela: Yo jamás estuve aquí, lo sabes.
Andrés: Tú sabes mejor que yo, que sí estuviste aquí, más de una vez, más de dos.
Manuela: ¿Por qué me dices esto?
Andrés: Porque sé que lo sabes, porque sé, porque te amo. ¿Es eso suficiente?
Manuela: Por qué siempre supiste, por qué nunca dejaste mi cabeza. Te llevaste mi corazón, lo sabes, sé que lo sabes.
Andrés: No tuve cuidado
Manuela: No tuviste...
Andrés: No tuve cuidado en llevarme tu corazón, me lo entregaste, yo lo cuidé. Has estado aquí, lo sabes.
Manuela: Lo sé.

Andrés miró a Manuela, sus ojos se clavaron en los del otro, ya no sólo se miraban, se leían, se abrazaban, pero sin tocarse.
Manuela levanto su mano, y casi por inercia, la de Andrés se levantó.
Posaron sus manos en la del otro, sin cuidado, sin presión, como si las dejaran caer sin preocupación.

El tiempo se paró. Manuela desvió la mirada por un segundo, miró el cielo y entendió. Lo entendió todo, sin necesidad de querer entender, entendió.
Volvió la mirada hacia Andrés, y sonrió.
Él no devolvió la sonrisa, cerró los ojos y lagrimas brotaron de sus ojos.

Andrés: Gracias
Manuela: Gracias por qué
Andrés: Gracias por cumplir tu promesa
Manuela: ¿Alguna vez lo dudaste?
Andrés: Más de una vez

Manuela no supo que decir, su sonrisa se aflojó.

Manuela: Pero, ¿por qué?
Andrés:(levantando la vista hacia ella) porque el tiempo jamás se detuvo, porque el tiempo siguió corriendo, porque la hora no llegaba. El tiempo jamás paró, como paró ahora.

Manuela volvió a sonreír, se acercó a él y él la besó.
Como siempre, como él, como ellos, sin tiempo, sin espacio, sin lugar, sin destino.
Tan perfecto, tan imposible, que estaba ahí.

"Y ahora entiendo, porque siempre amé Nubes negras"

lunes, 1 de septiembre de 2008

Sutil de amar

Blanca ingenuidad incierta. Hoy quiero partirme en dos, porque tengo dos y miles de otras cosas que decir, pero en este momento me tiran dos, para ambos iguales y diferentes lados. Polos de una vida llena de bajezas, grandesas, tempestad y primavera.
Aroma a oscura soledad, a una corta pero eterna lejanía, con fin en mis manos y en las de cuales.

Tardío movimiento de mi corazón, mientras quiere salir y escapar de mí, de la tortura pérfida que siente azotarle en lo profundo.
No me cuenten de ángeles, no osen hablarme de un Dios.
Sólo véanme caer, siéntame soltar mis amarras y dejarme caer.

Quiero gritarle al mundo, al encargado, al jefe maestro y supremo que todos desean tener, que se pudra, que se puede ir a la mierda, que venga a hablar conmigo si tiene algún inconveniente, pero no quieran que desista, no quieran que invente una linda y cómoda realidad para estar tranquila, no lo esperen, no lo haré.

Así como la memoría de un tiempo que ya partió, quisiera tener el recuerdo de lo que viene ahora, como si en verdad lo quisiera, ¿quisieran creerme? Yo no quisiera, no tendría gracia, no tendría azúcar.
Pero, ¿y de qué les ha importado?
Sacarina para todos y todos al hoyo.

Parece la foto de quien se ha muerto en vida, de quien plasmó el último momento de su vida, sin más ni menos que una sonrisa tierna de quien tiene el corazón lleno de gozo y de un cansancio tan reconfortante y tan esperanzador.
Parece la foto de alguien que quiere creer, y quiere seguir soñando.

Quiero seguir soñando
Tengo esperanza, esperanzas.
Quiero correr hacia atrás, y hacia adelante, jugar, reír.

Y quisiera que el fuego se llevase mi dolor, lo quemara frente a mí y yo lo sientera ir.

La ceguera me atacó por un segundo, me vi obligada a prender las luces, artificiales luces del desamparo, ¿creen poder ayudar?

¡Y ahora quiero despertar!

Y ahora quiero mirar más allá, mirar hacia donde sé que te encuentras
Amor, que extraño, como cambia la connotación, el color, la sensación, la esencia, tú, amor.
Eres, tal vez demaciado, eres, ni siquiera lo noté, pero caigo en lo mismo, eres.
¿Quién eres?
Y siempre llego a lo mismo, a tu imágen, a la melodiosa presencia que eres, no me cansaré de decirlo, ni menos aún de escribirlo.
Yo que me sentía tuerta, coja, torpe, idiota.
Me sacudí, me sacudí por completo, aún me estoy sacudiendo, aún te sigo encontrando, aún me sigues buscando, puedo amarte infinitas horas, aun que no quiera nada del llamado tiempo.
De pronto giramos, y en vez de decir no sé, levantamos la mirada, nos pega el sol en la cara, y a pesar de eso, exclamamos ¡Lo sé!
¿Y qué sabes?
No te lo diré, tú no tienes porque saber.
Pero con eso, ya fue suficiente.

Eso es, eso es, exactamente eso es.
Correspondencia.
Como una carta que se perdió mucho tiempo en la guerra, y maltratada, herida y rasguñada, después de años, llegó a su destino.

Por suerte, alguien estuvo ahí para recibirla, para tomar el sobre magullado entre las manos y con cuidado separar el pegado cierre de la carta, de la misma.
Tomar lo que dentro se encontraba, leer con atención y precaución de no descuidar ni saltarse nada importante.

Corresponder, es esa la palabra que se me escapaba.

Escapaba, escapar.
Cuanta infinidad de castigos por escapar, y luego me hablan de libertad, já.
Pero bueno, de alguna u otra manera, escaparemos unas cuantas veces, no necesito un consuelo, ninguna certeza, si al mirar a mi lado te encuentro, al mismo lado siempre, que simple, ¿no lo crees?

Y sólo por que no he llevado la cuenta, sin ningún tipo de expresión numérica, me atrevo a volver a preguntar...
¿Me quiéres acompañar?






Cesar, pase lo que pase, sea lo que sea que sea y no sea, me quedo contigo, te quedas conmigo. Donde cuando y como sea.
Cata ¡Hazme el favor de aparecer YA!


Amanda, ¿quién eres?
me pregunto, ¿dónde quedaste?


jueves, 28 de agosto de 2008

La lluvia y la ceguera.


Tenía la luz de un sol madrugador en la cara, los ojos perdidos en el espacio, se habían quedado en la noche, cerrados.
La lluvia torrencial me recuerda la maratónica historia que ha transcurrido en mi vida hace, un promedio, de dos semanas, quizá un poco más.

Y mientras la televisión me cuenta sobre la cerveza perfecta, he tenido mi primer y casual encuentro con Saramago, y su ensayo sobre la ceguera, me he visto envuelta en esa inevitable sensación de que me quedaré ciega en cualquier momento, tal y como la mujer de las gafas oscuras, o como el niño estrábico que llamaba incansable a su madre.

Se abre la puerta, no estaba lista, lo sé, ¿te vas?¿volverás?
No lo sé, no lo sabes, ¿quién sabrá?
Cortesía. Debo saludar, pedir perdón, dar las gracias y decir adios.

Así como así, tal cual lo ves, tal cual está, ¿cómo estará?
Te irás, lo sé, tengo que asumirlo de una vez
Aun que quizás es mucho pedir, para tan poca anticipación, ¿que debo hacer?
Salir a correr, caminar hacia atrás, aprender a volar o quizá saltar de un gran edificio en medio de la capital.

Pero no, no caeremos en eso, no tenemos por que, no tengo por que.
El amor me tiene ciega y amarrada, sin ninguna obligación ahí me quiero quedar.

En una ceguera que no existe, sigo viendo todo, tan negro, tan gris, tan blanco, tan azul, pero ahora tengo donde refugiar mi dolor, donde despojarme del llanto frío, angustiante, la catástrofe.

Ya quiero ver llegar la primavera, que me lleve, que me llene de alergias, no importa, eso ya no importa.
Si tengo que decirte adios, parada con muchas personas lamentándose en el aeropuerto, lo haré, pero te acompañaré siempre, te vea o no te vea.

Ya no importa, te tengo a ti, que me haces sonreír, siempre, aunque no lo creas, y si tengo que decirte y no decirte mil veces que te amo, lo haré y no lo haré.
Podría besarte horas enteras, sentirte respirar muy cerca, sentir tus manos frías en la espalda y verte despeinar a medida nos envuelve con más peso el sueño.

Sí, puede que esté divagando en cosas sin importancia, o que quizás si la tienen, y llegaron a mí con una implícita vaguedad que en el fondo quería decir mucho, quien sabe, soy demaciado estúpida a veces, son cosas de mí que de cierto modo tendré que manejar.

Pronto, la lluvia cae, y aunque a ratos parece acabar nunca deja de acechar el cielo con una brisa húmeda y cargada. Pronto, déjenme pasar, no teman, o antes de saber lo que les espera, todo se volverá blanco y la ceguera brillante los dejará sin luna llena.


domingo, 24 de agosto de 2008

Espera. Añoranza. ESPERANZA


Tengo escalofríos.
¿Tienen significado?
Tienen explicación, pero, ¿quién me explica esto?

Súbanme al cielo, quiero hablar con la vida, no vengo a increparla, lo prometo, sólo vengo a preguntar.
Si es que acaso está permitido preguntar, ¿por qué se lleva tanta bondad?

Bájenme al infierno, quiero saber, ¿existirá?
Las torpes manos del fuego, algo tendrán que decir en su favor.

Tirenme desde lejos hacia el sol, quiero saber
¿cuánto tardaré en morir?
¿cuánto tardaré en revivir?

Llévenme lejos, no quiero saber cuanto te puedo amar, no quiero saber cuanto han cambiado mi vida, ambas luces de mi vida en la penumbra, penumbra que se esfuma, penumbra que me ahoga y me libera, que se libera.

Puedo afirmarme de sus brazos y saltar al vacío sin caer, lo sé, puedo cerrar los ojos, y saber que están ahí, ¿por qué?
Y lo sé, están cansados de que pregunte por qué, hasta yo estoy cansada de preguntar por qué.

Se reirán, me oirán llorar, quiero escucharlos soñar, quiero verlos volar, puedo sentirlos en mí, veo como se transforman ante mí.

Quiero regalarles mi corazón, al menos lo que queda de él, o los trozos que aún no he regalado de él, ¿quieren cuidarlo?
Por que si no, también puedo conservarlo como quien conserva un tesoro que ha sido desechado pero no ha perdido valor.

Y ese valor, es que quizás no tiene valor, ¿tendrá valor?
¿cuánto quieren apostar?

Lo olvidé, no apuesto.

Tengo el corazón en la mano, ¿alguien sabe qué hacer con él?
Sé que puedo regalarlo, pero y si nadie lo quiere conservar, tendré que dejarlo en mi mano, eternamente.

¿Habrá una eternidad?
¿Dónde?

No puedo seguir ahora.


jueves, 21 de agosto de 2008

Horas y correos electrónicos


No queríamos dormirnos
queríamos comer el mundo.

Nos bastaba con dejar pasar, dejar pasar las horas.

Horas, horas, colgados como dos computadoras.

Allá íbamos tu y yo, llevados por el remolino
Nos dejábamos caer, caer hacia el destino.


Querido tú:

¡Buen día! Eso hubiesen dicho en algún lugar, te lo aseguro.
Pero nosotros podemos limitarnos a saludar como los cualquiera que rondamos por el lugar...
¡Buena! o con una "Hola", bastaría quizás.

Que puedo acaso contarte, si ya he contado cada mínima estupidez que ha pasado por mi torpe y nerviosa cabeza, esa que cuando te ve se revuelve y se apaga, me deja, me deja de funcionar.
¿Y qué? Quieres acaso que te cuente que te extraño, que no sé exáctamente que extraño, que quizás es todo lo que extraño o quizás la nada que sería decirte lo mismo, por que es igual.

Extraño nuestros ratos cortos e interrumpidos, algo avergonzados, algo necios, algo, algo de nosotros, me atrevería a decir.
Nunca faltará su buen dibujo improvisado, su buena radio flaite, su buena caminata desorientada, que puedo decir, no me puedo quejar, déjame pensar, ¿pensar?
Y creerán que estoy loca, y creerás que estoy loca, si ya lo sé, crees que estoy loca, pero creo que con eso puedo lidiar, puedo vivir incluso, hasta te puedo querer.

¿Querer? Y eso, de dónde sale, sale de donde, de donde se encuentran cosas que no existían, de donde nacen tormentas que limpian y cubren, te descubren para luego protegerte, para mostrarnos el sol con otros nuevos y brillantes ojos, como brillantes ojos llenos de sol.

Y puedo contener las horas, unas cuantas, para ti, explotarlas, perseguirlas, descuidarlas, para quedarme contigo, sin importarme su buen uso, a buena hora he dicho, ¿qué son las horas?

Y sola, pero sin estarlo, me pongo romántica, corto las luces que me despiertan, prendo las velas que me acompañan y se agitan con el bailar de mis dedos por el teclado. Y no me llamarás poeta, por que no lo soy, quizá algún día, quizá no. Pero aún soy pequeña, simple, casi quize decir tierna, pero tampoco, no lo sé, adjetivos pueden haber muchos, pero aún soy muy pequeña para caber ahi, en una poetiza que tira al viento palabras de amor y desamor que te pueden llenar de su propia sensación.

Y entonces, después de tanto, vuelvo a atreverme a preguntar, ¿me quieres acompañar?
me quieres acompañar a nada, a todo y a lo demás.
A enfrentarme, tal vez a escaparme, a perderme y a encontrarte.
Nunca supe bien como escribir un e-mail, nunca supe bien si existía un modo de hacerlo, así que tal vez tenía que inventar un modo.

Un modo de decirte, dentro de muchas cosas y muchas ramas, contarte las raíces, las raíces de mi amor, las raíces de la inesperada aparición y las respuestas de mi corazón.
Surgen hoy de encuentros casuales, surgen hoy mis ganas de decirte que te quiero, a pesar de la verguenza de plantarme tan frágil a florecer, quien me escuche dirá que me he vuelto loca, y no tendré más remedio que levantar la frente, estacionar sus ojos en los míos y decir

"Sí"



martes, 19 de agosto de 2008

Cristales de fierro


Gracias a todos por venir.
No sé como agradecerles el venir a rendir homenaje a una pobre mujer que se hundió en sus comentarios tristes, insensatos y vagos.

Y no haciendo alusión a los propios, si no a los de ustedes, infelices que osaron jugar con el fuego de mi vida, ponerlo bajo tierra y esperar pacientemente a que muriera como triste carbon mojado.

Pero alto, hoy difiero de la historia, les cuento, podemos volver a estudiar los mismos hechos que ocurrieron y ocurriran algún día de estos, y hoy, hoy en día, así como el anuncio de tiempo, les cuento.

Tengo las manos, empapadas de fuego, empapadas de mis decisiones, mis caminos y mis riesgos, y ¿qué?

Vengan todos a reprocharme, están cordialmente invitados a empujarme del precipicio, porque algo me dice, que no me voy a caer.

¿Quién va primero? ¿Quién quiere intentar?

Hoy ya no atravieso el cristal, puede que choque, puede que ya haya chocado más de una vez, pero al otro lado ya no voy a pasar, ya no lo hice, ¿me quieres acompañar?

Dulce voz y presencia, acaso hoy, ¿te puedo sorprender?
Con tantas estupideces como pasen por mi mente, con tantas miradas escondidas en mi falta de discreción crónica e intencional.
Como cuantos intentos suicidas mires sin detener.

Como cuantas veces me ignores, y como cuantas no te ignore yo a ti.
Como cuantas veces no me encuentres mientras te encuentre yo a ti.

¿Puedo arriesgarme un poco más?
Y dejarme caer sin mirar.
¿Puedo cerrar los ojos nada más?
A tientas camino sin miedo a chocar

Y si explota el camino, al menos, habré aprendido a volar, ¿quién no quisiera volar?
Quien no quisiera de vez en cuando desvanecer, y aparecer donde pudiese acurrucarse y descansar, sin pensar en que por cada fantasma hay una historia que contar.


sábado, 16 de agosto de 2008

Tormentas

Alguna vez escuché sobre la costa del espanto.
Fríos de invierno.

Donde me dejaste para pensar en la mejor manera de recordar el olvido de los torpes que se enamoran de la sombra del agua.

¿Seremos tontos todos aquellos que gritemos al cielo perdón y echemos al fuego el temor?

Querida tormenta del sueño, querida tormenta que eres hoy.
Llévame del centro a lo que no he visto para perderme y encontrarme de una vez.

Regálame verdades para inventarlas y amarrarlas a mí mientras corto las amarras que me aferran al dolor.

Triste suelo, triste sueño, triste duelo. ¿No se han dado cuenta que hay algo que todavía puede iluminar?

Tontos todos nosotros que lo ocultamos en la penumbra de lo imposible, lo vulnerable y el mar.







EL MAR DE PALABRAS DEL CORAZÓN DE LOS QUE HEMOS PERDIDO LA CABEZA EN UN DUELO CONTRA EL TIEMPO.

Valentina.

Tormentas

Siénteme, cuéntame, escúchame admirar el silencio de tu soledad.
Torpe indiferencia amarga.
Amarga tu vida de tensiones.

Te acompaño mientras caminas lejos de mí, mientras te alejas de mis sueños.
Perdona que no sepa mentirte, perdona que no sepa disimular que quiero sentirte.
Perdona mi estupidez, mi torpeza, mi amor.

Y te dejaré llevarme y luego desecharme.
Y te dejaré mentirme, engañarme.
Incluso hacerme sufrir.

Y si tengo que aceptar el verte lejos, lo haré.
Y si tengo que jugar a la distancia, tambien lo haré.
Tu sonrisa vale más que cualquier cosa.

No me dejes
No te alejes
No te dejaré

Perdón, pero eres tú, no es aquel.
Perdón, por que terminaras aquí en esta situación, en estas cosas, no sirve de nada dar una explicación.
Y contigo sentiré celos por primera vez.
No me perdones, no importa.

Eres.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El Despertar.

¿Qué es aquella sombra que opaca el horizonte de nuestros sueños atemorizados?

Malditos temores del sueño, del amor, de la tierra, del dueño, del hombre, del torpe, del que llora, del que ríe, del que salta.

¿Cómo supiste interpretar? Te preguntarán a la hora de crecer
¿Cómo así tal cual te llegó a querer?

Como las horas de mi eterno llanto dulce, llanto dulce de amor, por despertar.

El despertar de mi alma en tu alma
El despertar de tus sueños en los míos
El despertar de tu ser en el cariño, de tu ser entregado al cielo perplejo ante tu grandeza.

¿Despierto? Estás despierto
¿Despierta? Estoy despierta

Magia de las profundidades, de las corrientes tímidas del corazón, de los agitados mares de la fuerza, los impulsos y el desear.

Porque lo que estuvo y se ha ido podrá volver de otro modo, de otra forma, en otra vida, en otro lugar, con otros sueños a mirarnos caminar.

Cuéntame por cuanto te quedas, cuéntame cuanto tiempo tengo para no pensar en el tiempo y regalarte a pedazitos mi cariño para que lo lleves contigo en los dedos, en las manos, en la mente, en el corazón y hasta en los huesos.

Ambiguo amanecer, sombras que bailan alrededor de nuestros ojos, lo inesperado se hace tuyo, el misterio me envuelve, te sonrío.


23:23 p.m. 13/Agosto

domingo, 10 de agosto de 2008

r ê v e

Qué cosas...
Y ahora es cuando me vengo a emocionar
Y ahora es cuando me vienen las ganas de llorar.

Y ¿quién me acompaña?
Estoy aburrida de que me suden las manos, si tan sólo pudiese tener una seria conversación con ellas para frenarles su nerviosismo, quizá así el mío disminuiría.

Y se me traba la lengua, se me traba la cabeza y se me traban las ideas, todo para terminar bailando cueca.

Cueca, chueca, chúcaro y húngaro... anda tú a saber por qué.

Y es que hoy me desconocieron o me quisieron decir algo, y es que hoy me miraron pero no me escucharon, y es que hoy me desconcierto mientras no me estoy ahogando, mientras me inundo pero respiro tranquila.

Y sí, te dejé, te recuperé, apareciste, te fuiste, me dejaste, me llevaste, me encantaste, me desepcionaste, todos distintos, todos aquellos, todos, no hay todos, hay algunos, hay muchos y hay quienes, pero ¿quienes?

En un mismo día, en un mismo momento, al día siguiente y al que siguió a ese hasta a llegar a éste...¿y qué?

Quizás me recuerdes, quizás me olvides.
Quizás me odies, quizás me ames, no puedo prometerte nada, no puedo prometerte el cielo, no puedo prometerte un beso, no puedo prometer, por que para qué prometer, si puedo simplemente aparecer, y no aparecer, y ser pero no estar y estar sin ser nada más que lo que soy.

No puedo contarte quien soy
No puedo contarte que soy
Si logras verme
Si logras tomarme de las manos
Quizás
Tal vez
No sé.

SORTEO MI ALMA A TU PASO
DEJO CAER MIS PIES EN EL AIRE
SUEÑO LOS DÍAS SIN TIEMPO
MÁTAME, INVENTE.


"rêve" que me acompaña.



Que extraño, puedo seguir
puedo seguir contando y descontando
lo conocido y lo desconocido
cosas que aparecen y desaparecen en un mismo paso, en un abrir y cerrar, de los ojos, de las manos, del corazón, del adios y del perdón.

Y me volvió el frío, saque el fuego en llanto de soledad, y hoy no tengo motivos para hablar de mi soledad a menos que sea de la que fabrica mi alma, la que mantiene erguida y en pie, latente.

Pero de a poco lo abandono, de a poco empieza a difuminarse la imágen del candado atado al pecho y al espacio, cuando encuentro el ocaso en mis manos, cuando encuentro mi tranquilidad sintiendo y mirando hacia adentro, hayando afuera sentidos y sin sentidos, cariños y sorpresas de un mismo y distinto tipo.

Y vuelvo a sentirme liviana, no grande, no bella, sólo liviana.

martes, 5 de agosto de 2008

365

¿Y qué son?

Trescientos sesenta y cinco días del año que se repiten año a año.

¿O son tantas primaveras como años guardes?

Y si son cinco, son tres, son dos, incluso uno, no importa, nada hará de la noche anterior menos extrema, extrema no de extremidad, extrema, de ansiedad, extrema, de emoción ansiedad nerviosismo tontera tonteras etcétera etcétera.

6 de Agosto, vaya que es un lindo día.

viernes, 11 de julio de 2008

Beyond


Jamás me verán correr, podrán sentirme rozar sus pieles, podrán sentirme empujándolos o llevándolos a mi gusto. He intentado arrancarles pertenencias que llevan consigo cuando las descuidan o pareciesen ser demaciadas. Pero también puedo acariciar sus tristezas si se lanzan hacia mí. Cuenten con mi ausencia y mi presencia, no cuando la busquen, cuando sea que sea y no sea.

Puedo enfriarlos, puedo acogerlos, envolverlos de mi estado de ánimo, aun que parezca injusto diciéndolo así, para eso estoy. Para llevar la hoja que cae del árbol a dar un paseo para luego descansar en el suelo.

El encargado de desviar la lluvia de los caminos en mantención para evitar conflictos mayores con los encargados.

El Sol me hace alborotar para que lo cubra para descansar, me llaman en la noche para mantener a la muchedumbre en sus casa, y los que osan salir en mi presencia terminan en cama la semana siguiente, y la siguiente y quizás, si es que tienen mala suerte, la siguiente.

Sentémonos a oír, oigamos su pasar por los árboles, por las casas, las ventanas, los desastres y cualquiera sea el lugar por donde pase.

Inventemos el más allá.
Cortemos la claridad.

lunes, 30 de junio de 2008

Frágil voz.

Se me salta el teclado
Se me borra lo que escribo
Tengo gel en el pelo
Me duelen los ojos de la pintura
Fue un lindo día
Pero ahora tengo rabia
Rabia y pena
Quiero sentir esta rabia
Quiero sentir esta pena
Quiero llenarme de ella
y tirarla conmigo al vacío.
Tengo los dientes apretados
Los labios en pedazos
Los gritos en el oído
El llanto amarrado en la garganta

La cabeza contra la pared
La sien en el límite
No tengo límites
No tengo respuestas
Pocas palabras
Sin sonrisas

Tengo el frío en el pecho
La primera lágrima me determina
Me mata
Y ojalá después
me reviva.

miércoles, 11 de junio de 2008

Verbalización


Aire tiempo timbre sí cortar derechos botellas ocio fútbol caída igualdad íntimo verdad gritos dientes flores sospechas simpleza esfuerzo naranja valor manjar bufanda interrupción corrección angustia cansancio datos frío sangre hora piedra sonidos puerta desaparecida encierro zapatillas-blancas loqueros estupideces terror-a-las-risas prepotencia cállate características interrogación susurros sacudir ofensas desesperación sueño granos chocolate fuccsia rayas utilidad silencio mentira momento rascar picazón selección-natural jugo melón no cruz morder música adelante nombres cooperar aviso.


Love of my life.

Par de físicas horas lateras.

lunes, 26 de mayo de 2008

Al vuelo en mi cabeza.

Vuelta. Giro. Forma. Brillo
Cálido azúl
Cálida lluvia que cae sobre mí.

Fuego clandestino, ilusión.
Caminos tardíos, desilución.

Dispersión, energías galácticas, mi voz.
Tu amor, bañado en chocolate, criminal.

Espiral es mi cabeza
espirales y frambuesas
dulce y salado
tu cuerpo y tu alma acabado.

Me provoca tener sueño
ser avión y estar al vuelo
incendiarme y explotar
pasaré la vida sin respirar.


Misterios en tus sueños
escenas en los míos.
Nubes negras, corre el día.

Imperfección. Duda. Pura azúcar. Pura brisa.

Empújame
déjame caer del precipicio
al río, al vacío
a mi soledad.

lunes, 19 de mayo de 2008

Tiempos de lluvia


De golpe despertó, se levantó de la cama y corrió afuera.

El reloj marcaba las 00:00 hrs. Ni más ni menos.

Sacó un cigarrillo del bolso que llevaba consigo, lo prendió nerviosamente pasando a llevar su dedo con la llama del encendedor.

Sentía como sus movimientos se atarantaban unos sobre otros, como ninguno lograba terminar antes de que comenzara el otro, y la desesperación de cada uno hacía que su intranquilidad fuese más y más evidente.

El humo del cigarrillo se veía aumentado. El vapor blanquecino que emanaba de su boca por el sólo hecho del frío, era bastante.

Las piernas le temblaban, y también las manos al llevárselas a la boca.

Inspiraba, llenaba su boca de humo, aspiraba, y exhalaba.

Sencillo, común, pero mortal. Quien lo diría, casi trivial.

La noche la rodeaba, el bajo cielo oscuro, negro.

Una luna ausente casi en su totalidad, frívola.

La puerta de la casa se mantenía abierta gracias a una piedra que había por allí cerca, se veía entrar la brisa congelada de afuera hacia dentro, como se repartía, como inundaba de triste soledad la casa.

Cuando el reloj marcaba las 2:45 a.m., entró.

El frío parecía ser peor dentro que fuera. Cerró la puerta con fuerza y se dirigió a su habitación en el segundo piso.

Uno a uno, arriba, arriba, paso, paso, paso. Llegó.

Las paredes estaban rasgadas, los ataques de furia residían en cada rincón. El papel tapiz, rasgado, aún se veía en algunas partes.

Boca abajo se estiró en la cama, la almohada húmeda contra su cara. El despertador no marcaba la hora porque yacía en pedazos a un lado de la cama, pero el reloj que seguía funcionando en la cocina, marcaba las 3:00 a.m.

Se hallaba atada de brazos y piernas, forcejeando entre gritos y gritos.

- ¡Mátenme ya! ¡Mátenme de una vez que quiero libertad!

El frío le recorría el cuerpo, las lágrimas entorpecidas se mezclaban con la sangre que salía de su nariz.

Cada tanto alguna resbalaba dentro de su boca dejándole un sabor a sal desagradable, la angustia la empezó a marear, la sangre no cesaba y justo antes de morir, despertó.

6:30 a.m.

Despertó machada en sangre, la nariz, la boca y el cuello.

Sentía arderle la frente, el cuello, el estómago.

El televisor se había encendido, haciendo retumbar la casa con el exceso de volumen. Con el dolor del cuerpo se levantó de la cama con torpeza y desenchufó el aparato. Estaba viejo y loco, no se le podía culpar, estaba todo lleno de polvo y de años.

En el baño se limpió con agua fría y una toalla que ahora lucía manchas rojas por todas partes. Una vez limpia tiró la toalla a la basura, volvió a lavarse la cara, tomó su pelo en un moño y volvió a su habitación.

Tuvo miedo de volver a dormir, así que siendo las 7:15 a.m. bajó a la cocina, encendió la radio. Ray Charles, llevaba dos semanas sonando el mismo disco.

La pila de platos sucios se mantenía intacta, pedazos de otros platos aún quedaban en el suelo. Sobre el refrigerador había muchas cajas de cereal en su mayoría vacías. Las agitó hasta encontrar la que aún tenía. Tomó la caja de leche blanca y vertió su contenido dentro de la caja de cereal.

Tomó una cuchara de la gaveta de los cubiertos, notando que le era imposible comer bien, dio vuelta la caja en un plato y salió de la cocina.

Tocaron a la puerta.

- ¿Sí? ¿Quién es? –

- Señorita Consuelo, soy yo, Carolina –

Abrió la puerta enseguida.

Carolina era una joven de corto pelo rubio, llevaba enormes aros negros y una sonrisa extensa que llenaba su cara.

- Buenos días Carolina –

- Buenos días señorita, vengo a ayudarle con la casa, como le dije que vendría cuando pasó por la tienda –

- Ah claro, adelante. –

Subió las escaleras con la joven detrás, al ver la pieza desgarrada y la cama cubierta de sangre no hizo mayor expresión.

- ¿Dónde puedo encontrar sábanas limpias?

- En el closet del pasillo. Me voy a ver la televisión abajo, llámame si necesitas algo.

Saco unas relucientes sábanas amarillas del closet y se dirigió nuevamente a la habitación. Cogió cada pedazo de papel tapiz que pudo rescatar del suelo y los apiló en un rincón.

Recogió los pedazos del despertador destrozado y los arrojó a la basura con los demás papeles, bolsas, etc.

Aunque hubiese querido llamar a Consuelo, ésta no hubiera escuchado, la sala de la televisión estaba muy bien aislada y poseía un par de puertas muy firmes. Para su suerte nunca necesitó llamarla.

Luego de cambiar las sábanas, cogió pegamento de su bolso y comenzó a pegar el papel tapiz que había apilado a la pared, pedazo a pedazo la pared dejó de verse tan triste, no era una obra de arte, pero al menos no se veían espacios rasgados ni arañados.

Cuando intentó abrir las cortinas éstas estaban tiesas, no parecían haberlas movido hace años, tuvo que ir a buscar una silla, pararse sobre ella y forcejear. Luego de unos minutos cedieron, pero la pelea siguió cuando quiso abrir las ventanas.

Sin nunca perder la calma logró dejar las cortinas a los lados y las ventanas abiertas, el aire empezó a circular y la habitación se llenó de luz y aroma a primavera.

Aunque el olor probablemente provenía del aerosol que Carolina se había molestado en esparcir antes de irse.

- ¡AAH! POR QUÉ, ¡DIME POR QUÉ ME HACES ESTO! – desenfrenada se agitaba en el suelo, tenía los ojos cerrados, estaba soñando. Nadie la escuchó, nadie la escuchaba, esa sala había sido muy bien construida.

Carolina ya estaba en la cocina lavando los platos, las tazas, los vasos, los cubiertos, y las miles de ollas y sartenes que tenían grasa y alimentos pegados.

Sin seña alguna de asco lavó cada una de las cosas que estaba sucia, luego las secó y las guardó. Trapeó el suelo con lo que encontró y antes de irse se aseguró que la cocina se impregnara de aroma a primavera.

- ¡Ya me voy! ¡Si necesita cualquier cosa llámeme por favor! -

Cuando cerró la puerta al salir, el reloj marcaba las 10:43 a.m.

En la casa sólo se sentía el eco que había producido el cerrar de la puerta tras Carolina, la sellada pieza no dejaba escapar el sonido de la televisión y ella yacía, cansada, en el suelo.

Fue a las 11:12 a.m. cuando la lluvia empezó a agitar las ventanas, el viento a alborotar los árboles y las cortinas.

El ruido la despertó, tenía las marcas de la alfombra esculpidas en la cara, apagó el televisor y salió de la habitación.

-¿Carolina? ¿Sigues aquí? ¿CAROLINA? –

Ni siquiera el eco respondió a su pregunta.

Se dirigió a las escaleras y las subió.

Un vendaval, eso se encontró en el piso de arriba, las ventanas abiertas de par en par, las cortinas húmedas se agitaban con fuerza, el piso de madera mojado también. Corrió hacia las ventanas para cerrarlas pero estaban muy oxidadas y tiesas, con ambas manos las sacudió sin obtener resultado, con las manos las golpeó para moverlas pero éstas no cedieron.

Se desesperó, se puso a gritar mientras golpeaba las ventanas, pero éstas no cedieron.

- ¡La puta madre! ¡Por qué mierda no quieren cerrar!

Bajó corriendo las escaleras, abrió la puerta y salió al patio, mientras se mojaba miraba alrededor en busca de algo. Efectivamente la tormenta había destruido un árbol, agarró un grueso tronco y lo llevó adentro.

Una vez arriba, comenzó a golpear las ventanas con el tronco para cerrarlas, de a poco comenzaron a ceder, pero ella ya no se calmaba. Las manos le dolían por el rasgado tronco entre ellas, sus zapatillas estaban húmedas y no eran especialmente aptas para la lluvia.

Justo cuando golpeaba la última ventana para cerrarla, uno de sus pies se resbaló haciendo que perdiera el equilibrio dándole con el tronco un golpe al vidrio que estalló en pedazos en la habitación. Uno pasó cortándole la frente y otro la hirió en el brazo. Todos los demás quedaron repartidos en el suelo, la cama y el marco de la ventana.

Tiró el palo al suelo y se echó a llorar, el brazo le sangraba sin detenerse y aún conservaba el vidrio incrustado. Entró al baño y lo quitó con una pinza, se sacó el pañuelo que tenía al cuello y lo dio vueltas alrededor de la herida haciendo presión.

Ni siquiera notó el pequeño rasguño que tenía en la frente.

El reloj de la cocina ahora marcaba las 12:23 p.m.

En el refrigerador estaba la lista con los números de teléfono, muchos de ellos estaban tachados, sin mucho meditar tomó el teléfono y llamó.

- Cariño disculpa que te moleste, pero es que he tenido un problema y necesito ayuda.

- Si pudieses traer alcohol sería maravilloso, y vendas o algo por el estilo.

- No, no creo necesitar nada más gracias.

- Muchas gracias, te espero.

A las 12:35 p.m. llamaron a la puerta.

- ¿Se encuentra bien?

- Sí bueno, en realidad no es nada del otro mundo, pero tuve un accidente cuando intentaba cerrar las ventanas de arriba – enseñándole el brazo a la joven.

Carolina sintió pasar la culpabilidad por su espalda, su cabello estaba mojado y sus zapatos negros de barro.

- Vaya lo siento muchísimo, pero no se preocupe, traje lo necesario para curarla, y no se preocupe que yo me encargo de la pieza en cuando termine con usted. ¿Y lo de la frente también se lo ha hecho con la ventana?

- ¿Qué de la frente?- palpándosela con los dedos.

- Tiene una pequeña cortada, es tan pequeña que ni se dio cuenta, no es nada no se preocupe.

Carolina quitó el ensangrentado pañuelo del brazo de la mujer, ésta no hizo mayor alegato, desinfectó la herida y la cubrió con gasa, luego con una venda la enrolló.

Una vez listo eso, se levantó del sillón, tomó la pala y la escoba y se dirigió arriba.

El suelo de la habitación parecía aún húmedo, manchas de sangre describían un camino desde la ventana hasta el baño, trozos de vidrios reflejaban luz de vez en cuando haciéndose ver, sobre la cama y por todas partes en realidad. Un tronco grueso, austero, apoyado en la pared.

La lluvia no parecía haber alivianado el aire, pesadas nubes se extendían en el cielo, la oscuridad era mucha para tan temprana hora, el viento agitaba los árboles, la desesperación de las hojas que caían amontonadas al suelo.

Carolina pegaba pedazos de cartón y hojas de periódico a la ventana rota para evitar el paso del frío viento. Luego limpió la sangre del suelo y quitó cada pedazo de vidrió que encontró, barrió toda la habitación y se llevó el tronco con ella al piso de abajo.

- ¿Almorzó ya?

- No, ni siquiera lo había pensado, ¿qué hora es ya?

- La 1:15. Si quiere puedo preparar almuerzo, ¿tiene algo acá?

- Debo tener, en la despensa puede haber arroz.

- Bueno, usted no se preocupe, yo veo que hacer.

20 minutos más tarde, Carolina preparaba carne y arroz.

- Disculpa, ¿no has sabido nada de él?

Carolina palideció, Consuelo había entrado a la cocina, sus ojos estaban hinchados, y su expresión parecía la de alguien que acababa de despertar de un largo sueño.

- No he sabido nada de nada, ya he llamado a varios de sus amigos y nadie sabe de él. Perdón – dicho esto volvió la cabeza y fijo la mirada en la olla.

Consuelo dejó la cocina, con los ojos y la cara llenas de lágrimas, corrió afuera y se echó al suelo a llorar. El suelo estaba mojado, ahora ella también lo estaba, ahora chispeaba y el viento amenazaba con volver a agitar todo.

1:50 p.m.

Efectivamente, el viento empezó nuevamente a descontrolar el alrededor, la lluvia empezó a golpear nuevamente con fuerza, Consuelo, inmóvil en el suelo, se ahogaba entre lágrimas y lluvia.

Carolina apareció en la puerta, horrorizada se puso a gritar.

- ¡Salga de ahí! ¡Señorita Consuelo! ¡ Se va a enfermar, venga adentro!

Pero Consuelo parecía no reaccionar. Seguía en el suelo, llorando.

Carolina corrió, la tomó por ambos brazos para levantarla, se la echó encima y la llevó adentro. La apoyó en el sillón y se fue a buscar ropa seca y toallas.

La seco y le entregó la ropa para que se cambiase. Luego de mucho insistir, Consuelo se levantó y se dirigió al baño.

Humo comenzó a salir de la cocina, algo se quemaba, pero Carolina estaba más preocupada por la inerte Consuelo que de la comida.

Fue a la cocina y cortó cada fuego que estaba prendido, sacó del horno la quemada carne, rescató la que pudo y sirvió dos platos.

Consuelo apareció, fría y blanca, en el comedor. Se sentó y su cuerpo tiritaba, Carolina fue en busca de abrigo y la arropó lo que más pudo, pero Consuelo no parecía mejorar.

Por primera vez Carolina sentía que perdía verdaderamente la calma, sentía que la desesperación la inundaba por dentro y resolvió abrazar a Consuelo y arroparla con sus brazos, de sus ojos brotaban lentas y pausadas lágrimas que recorrían sus mejillas hasta caer.

- Podemos ir a buscarlo, son las 4:30, aprovechemos la poca luz que nos queda –

- Está bien -

Carolina tomó las llaves del auto y ayudó a Consuelo a llegar a él. El viento y la lluvia habían cesado.

Dieron vueltas y vueltas en el auto, mirando los callejones, los quioscos, las tiendas, etc.

Pasaron dos horas y media, y ya perdían las esperanzas.

- Devolvámonos, ya está oscureciendo y no me gusta este barrio en la noche –

- Quizá tenga razón, podremos seguir buscando en la mañana.

En el camino de vuelta, las calles de a poco se empezaron a llenar de grupos de personas, en una luz roja, en una de las casas se abrió la puerta de golpe.

Apareció un hombre, que ninguna de las dos pudo distinguir en la oscuridad, empujando a otro hombre que se movía con dificultad, lo tiró al suelo y lo pateó.

Consuelo pasmada bajó el vidrio.

- ¡Maldito hijo de puta! La próxima vez que te vea por aquí te mato, ¡que no te quepa duda que te mato!-

Dicho eso volvió a entrar a la casa cerrando la puerta tras de sí.

- ¡Manuel!¡Hijo! ¡Carolina, es él, está todo herido, detén el auto rápido! –

Carolina abrumada, estacionó el auto a un costado y ambas se bajaron.

Manuel no se movía inconsciente en la acera, su cara ensangrentada y su cuerpo magullado. Lo tomaron entre las dos y lo metieron en el auto.

Sus muñecas estaban moradas, tenía la nariz rasguñada y probablemente rota, la boca llena de cortes y asimismo el cuello.

A las 7:30 p.m. ingresaron al hospital, Manuel aún no recobraba la conciencia.

Fue a las 7:50 p.m. cuando pudo hablar.

- Hijo mío, ¿qué te hicieron? Por dios explícame que hacías ahí.

- Hace dos días descubrí que uno de ellos fue el responsable de la muerte de papá, me propuse encararlo hasta que se arrepintiera, llevaba una navaja y un revolver, no pensé con claridad. Cuando los encontré de noche en la calle, y me propuse pelear, aparecieron muchos y alguno de ellos me pegó por atrás.

La próxima vez que abrí los ojos estaba atado de brazos y piernas, me quitaron la navaja y me hicieron lo que ves – Manuel y su madre lloraban, angustiados pero aliviados también de haberse encontrado.

Carolina esperaba afuera, no se sentía capaz de entrar. No después de todo lo que había pasado en el día.

Consuelo por su parte, comenzó a recordar los extraños sueños que había tenido durante el día, la sangre, las cortadas. Cuando iba a contarle a Manuel algo pasó, porque extraños pitidos salieron de máquinas, Manuel cerró los ojos, miles de doctores entraron a la pieza y la obligaron a salir.

- ¿QUÉ OCURRE? ¡QUÉ ALGUIEN ME EXPLIQUE QUE ESTÁ PASANDO!

Carolina exaltada se dirigió a ella, pero ya no podían hacer nada.

Ambas abrazadas, se echaron a llorar y luego de un rato se dirigieron afuera.

A las 12:00 de la noche Manuel dejó definitivamente de respirar y fue declarado muerto, la lluvia remecía nuevamente la ciudad.

Al día siguiente Consuelo adoptó a Carolina como su hija.