miércoles, 17 de septiembre de 2008

4:38 A.M.


Del día antes a la No-independencia de un país tan poco mío como de cualquiera


Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie.

Súbanme al bus
Críenme con amor y dedicación ¿y por qué no?

He de bailar, he de crear un sueño para tener tiempo y que me quieras a destiempo.
Y cuando suban las ovejas de este amor de felinos, inventaremos tortugas, no torturas, para seguir el ritmo.

Maderas melodiosas
como pelo sucio que huele rico, para perder los parámetros de lo correcto y lo incorrecto.

De tanto caminar, zapatillas rotas.
En su defecto, parlantes con dos auriculares de velador ¿Y qué tanta? Diría en su nombre la distorción.

Y hablar de guapas, de rojos y de parejas que llevan mucho pero poco.

Y yo digo, ¿qué pasa acá?

Será un suplicio llorar por tiempo no perdido.
Será un suplicio pedirte mirar al frente como dos tontos que constan de una infinidad ridícula de tiempo.
¿Qué hacer?
¿Qué dejar de hacer?
¿Dejar de querer?

Já, claro. Que mentira sería.
Hasta los gatos despiertan con hambre, ¿para qué mentir?

Si te amo, te amo
Si no, no.

¿Cómo algo puede ser tan simple y confuso a la vez?

No puedo, no puedo hablar de una confusión que no tengo.
Como la distorción, que se asume enamorada, ¿Quién podría refutar eso?

SÁLVESE QUIEN PUEDA

No caigan. No me caigan ¿o me boten?

Que gozo ser torpes, ser casi hermanos, no ser nada parecido, pero dé, pero de todas formas caminar a tres metros de distancia balanceando la cabeza.

Y que más, que más que no escuchar un alboroto honroso de bocinasos y vítores casuales.

Córtenme, tut tut tut

El número al que está llamando se encuentra fuera de servicio.
Gracias.



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