sábado, 29 de noviembre de 2014

Por el rayo

Caí
del útero a intimar
con este desvarío de estar de pie

A socorrer la sustitución del tiempo
y a danzar sobre sus restos

A hechizar el corazón del cuerpo
con la revolución de su riqueza.

Y me desvelo por las visiones
que abren los rastros del tesoro
los restos de las historias
los huesos de la mujer salvaje
que aúllan jadeantes por mi aliento

En mí arden los trozos del árbol primigenio
y astillan mi piel sus lágrimas de nostalgia
Sangra el árbol y sangro yo
hasta despertar en mis ojos toda ilusión,
y por fin ver amanecer

Vengo a encenderme la sangre
por el infinito rayo
A sacrificar el sacrificio por el amor
y reconocer en mi alado cuerpo al amante estrellado


Pausa

Pausarse

Sin malgastar el silencio

La coordinación es la música que transita el firmamento

Dispongo en este silencio
el deambular de mi curvatura
el sempiterno asalto de la sangre
en el sonoro jadear de mi aliento

¡Crepita esta pausa!

Y desarma la estampa senil de la masa


A pulso cuerpo

Amo este sonido de ultratumba 
ruido asolado
Un espasmo en el cuerpo
un bocinazo
un estremecimiento

Amo este cajón de ultratumba
pulso acelerado
corazón desbocado
soñar acompasado

Soy un espejismo
destello del viento disfrazado
desplazamiento veloz de lápiz
la danza pura de un trazo

Dentro de ti soy un tránsito
relato sobre relato
abundante noche
del tiempo, otro delirio.

Nada detiene el pulso
que atraviesa la muerte corriendo

Latido

El fragor de esta noche late conmigo
Quema y arde conmigo.
Toma mi pulso entre sus filamentos invisibles,
desintegrándome.

El corazón de esta noche baila también contigo
percute en tu esqueleto que hace temblar el mío.

Me desarmo para estar entre tus huesos
esquivando tu memoria
bañándome en tu sangre
barriéndote los recovecos
con oro y saliva
que destila el pájaro encendido.

El corazón de esta noche aviva mi fuego de húmedas llamas
ácido destilando rostros pasmados 
destronando a los monarcas del aullido
estallando en simientes de cruda luminosidad.

El calor de esta noche me inflama las alas
cuando la luna despierta el océano.
Paso volando en su reflejo que danza atravesando el horizonte.

Me lanzo a la marejada, y cesa todo este alboroto.

Aquí dentro soy solo cenizas
sin un solo latido.