miércoles, 28 de enero de 2009

Central


Dados los acontecimientos dados en una serie de tiempo determinado que no se excede pero se valora en su plenitud, podemos admirar una serie de comportamientos animales feroces y robóticos mecánicos que nos llevan a una lista de innecesarias pero válidas conclusiones con respecto a tantas cosas importantes como sin importancia.

El centro de santiago es un lugar interesante, porque entre tanto olor a gente que levanta polvo con sus nuevos zapatos de verano adquiridos en alguna de las tantas tiendas que rodean al lugar, de pronto una brisa con aroma a shampoo se pasea libremente por las calles, porque además, el dueño del lugarcillo del almuerzo es un istriónico personaje que aparece repentinamente a tu lado para sentir curiosidad por tus características.

Cosa curiosa que en menos de dos cuadras pude apreciar la prédica evangélica más potente de mi vida y los gritos de un trío de locos que daban perros en adopción.

Dentro de todas estas exclusividades del lugar, por lo demás, puedo entender el delicioso afán de un personaje adulto, por trabajar en una oficina, mientras afuera es un verdadero horno en esta época de verano, y tanto los pies como la frente sudan, los privilegiados del piso 12 cuentan con un aire acondicionado heavy metal que no deja espacio para una gota de calor, con una vista privilegiada del centro de la ciudad y, por lo demás, con agua en unas cuantas esquinas para su deleite. Viéndolo de este modo, quizás no nos extrañe tanto la determinada y MAYORITARIA decisión de tomar el auto todos los días a la misma hora para dirigirse a estos lugares, que para nosotros adolescentes, en nuestra mayoría, no significan mucho más que una silla, un escritorio, y un esclavizante computador.

Y a pesar de que existen factores que podrían refutar esa afirmación o incluso variarla, lo que sea, existe un factor aún mayor, y aún más importante y fundamental en todo esto. Podremos llegar a un concenso llamado, maldito dinero.

Y porque al final, cualquiera de estos personajes que en este momento siento teclear al igual que yo, y siento vacilar de un lugar a otro por los pasillos, tienen un límite, y una fecha de expiración, no hay fantasma que los persiga más, que el de llevar al hogar, cada mes, una cierta cantidad de dinero, para sobrevivir, o quizás, para SUPER VIVIR.

Y teniendo muchas cosas más interesantes y fundamentales en mi vida que decir, me limitaré con esto, porque no tengo ganas, en este momento, de profundizar en ninguna otra cosa.
Y siendo la hora que sea, me retiro satisfecha a tomar un poco de agua fría de algún pasillo, porque hoy, no es día de quejas.

lunes, 5 de enero de 2009

Reconstruir


Desde pequeña tengo el recuerdo de mi madre utilizando el término "regalonear" y que yo era una regalona a pesar de mi indiferencia.

Más tarde, en los distintos encuentros amorosos de la vida, me he encontrado nuevamente con mi actitud regalona de largas y agradables horas. Cayendo hoy, a raíz de una banalidad, en una pregunta vital a estas alturas, ¿qué es regalonear? o más directo aún, ¿qué de regalonear es lo que llama tanto la atención?

Mi primera respuesta fue simple y concisa, "es acurrucarse a hacerse cariño". Con eso pareció bastarme, a mí, pero no a mí receptor que pareció tener mayores expectativas de mi.

Luego de pensarlo un rato, llegué a la conclusión de que el regalonear puede trascender de eso, en algunos casos, en los especiales o netamente verdaderos, hay un cambio de lenguaje, una adaptación de un código que se deja de lado para que otro prevalezca.

Esos ojos que se mantienen cerrados y que de cuando en cuando se abren y se topan, íntimos, cercanos, semi abiertos, amarrados. Son un nuevo lenguaje que se manifiesta.
Ese beso cálido, lento, tierno y poderoso que se entrega, es tan superior que puede tener atadas dos personas por horas, cada vez que se quiere decir te amo, se recurre a él, como arma infalible.

Y es efectivamente, un nuevo código, que se estructura siempre nuevo y con pequeñas o grandes modificaciones.
Como ese beso torpe del principio que ahora se jacta de un cuidado y una agresividad delicada única en su especie.
Tampoco podemos dejar fuera ese apasionado encuentro entre los labios que se persiguen, se muerden, se apegan y compenetran hasta perderse y confundirse, también hablan, todos hablan.

Cada mano artista que dibuja en trazos las figuras que existen y no existen en el cuerpo, es el arte de un amor que se manifiesta, que se entrelaza entre el cabello que cae sobre la piel agitada y se revuelve para despejar la cara, entre los pies que torcidos se entrelazan y las rodillas que se atraviesan para minimizar ese ínfimo espacio entre los cuerpos.

Hay ciertos amores, hay ciertos dolores, hay ciertos besos y ciertas maneras, que cada quien se encuentre en diferentes maneras, en ciertos abrazos, ciertos espacios, tales besos, tales ojos.

Y ojalá, que cada vez, nos equivoquemos menos, para que al final, haya muchos ciertos, sin tantos desamores ni desgarros sangrantes del interior.