lunes, 5 de enero de 2009

Reconstruir


Desde pequeña tengo el recuerdo de mi madre utilizando el término "regalonear" y que yo era una regalona a pesar de mi indiferencia.

Más tarde, en los distintos encuentros amorosos de la vida, me he encontrado nuevamente con mi actitud regalona de largas y agradables horas. Cayendo hoy, a raíz de una banalidad, en una pregunta vital a estas alturas, ¿qué es regalonear? o más directo aún, ¿qué de regalonear es lo que llama tanto la atención?

Mi primera respuesta fue simple y concisa, "es acurrucarse a hacerse cariño". Con eso pareció bastarme, a mí, pero no a mí receptor que pareció tener mayores expectativas de mi.

Luego de pensarlo un rato, llegué a la conclusión de que el regalonear puede trascender de eso, en algunos casos, en los especiales o netamente verdaderos, hay un cambio de lenguaje, una adaptación de un código que se deja de lado para que otro prevalezca.

Esos ojos que se mantienen cerrados y que de cuando en cuando se abren y se topan, íntimos, cercanos, semi abiertos, amarrados. Son un nuevo lenguaje que se manifiesta.
Ese beso cálido, lento, tierno y poderoso que se entrega, es tan superior que puede tener atadas dos personas por horas, cada vez que se quiere decir te amo, se recurre a él, como arma infalible.

Y es efectivamente, un nuevo código, que se estructura siempre nuevo y con pequeñas o grandes modificaciones.
Como ese beso torpe del principio que ahora se jacta de un cuidado y una agresividad delicada única en su especie.
Tampoco podemos dejar fuera ese apasionado encuentro entre los labios que se persiguen, se muerden, se apegan y compenetran hasta perderse y confundirse, también hablan, todos hablan.

Cada mano artista que dibuja en trazos las figuras que existen y no existen en el cuerpo, es el arte de un amor que se manifiesta, que se entrelaza entre el cabello que cae sobre la piel agitada y se revuelve para despejar la cara, entre los pies que torcidos se entrelazan y las rodillas que se atraviesan para minimizar ese ínfimo espacio entre los cuerpos.

Hay ciertos amores, hay ciertos dolores, hay ciertos besos y ciertas maneras, que cada quien se encuentre en diferentes maneras, en ciertos abrazos, ciertos espacios, tales besos, tales ojos.

Y ojalá, que cada vez, nos equivoquemos menos, para que al final, haya muchos ciertos, sin tantos desamores ni desgarros sangrantes del interior.

1 comentario:

ferwa dijo...

Uhm nunca me había puesto a pensar en eso... y creo que soy muy regalona, sí hay que admitirlo.
Mucha gente piensa que es la necesidad de sentirse querido o algo así, pero para mi no tiene nada que ver con eso. Una persona que se siente muy querida puede ser muy regalona también, porque regalonear es la necesidad de sentirte dentro de un mundo en el que no estás solo, sentirte parte de algo. Esas ancias de que te acaricien, que te toquen es sentirte conectado. Pues si no lo hicieramos estaríamos muy pegados a nuestro metro cuadrado.. siento que regalonear sirve para abrirse a otro, pudiendo ser amor de amigos, de familia o ese otro tipo de amor que solo aveces se tiene.
Incluso no tiene porque ser amor puede ser solo deseo... deseo de descubrir, de entrar.
Regalonear es simple curiosidad