domingo, 30 de mayo de 2010

adiv nis adiV



Soy el paraje destituido de los anhelos humanos, con cada corrupción de mi ser se abren más trazos voluptuosos, más melenas gruesas, más círculos viciosos.
Soy una sombra, mis manos quieren alzarse y concretarse sobre la hiedra, desde las raíces comienza a incendiarse, me escuecen los ojos.

Vivo en el encierro de la melodía del piano, desafiando la nada, para ver siempre el fracaso ácido que envuelve mi garganta.
La música se mete en mi cuerpo y me pudre las máscaras, la belleza me adormece las piernas y lleva mis manos a trazar desórdenes en mi cabello. Se deja ir con la brisa invisible de los dedos misteriosos revoloteando en el piano, se deja llevar y ni siquiera se ha movido.

Estoy presa en un minucioso círculo en la periferia de mi cuerpo, me olvido de mis vértebras y estas adolecen mi sueño, soy una pieza de alabastro que ronda nada más en su deseo, en su imposible paso hacia adelante, presa en su mente, presa en su vida, para vivir, para sobrevivir.

Siento más frío que el frío mismo, pequeños pulsos se abren a través de mis músculos de hierro para recordar que debo moverlos, la calidez de mis pensamientos no alcanza a hervir mi cuerpo, no cala en mis huesos mi risa cadenciosa, mi muerte de hielo.

Me enferma la sola idea de volver a la vida, de salir de la cueva.
Está fría, siempre está muy fría, pero siempre puedo encender mi cuerpo como leña y ver el relumbre de mi mente mientras tiende al calor su corrida maratónica.

La vida sólo me adormece la mente, la baña en aguas pútridas y gélidas.
Los días me hacen sentir como la muerte en el calor de un chaleco sintético

Hay una vida dormida que me angustia pero me incita a seguir despierta
Ficción, dulce fantasía, desgarro profundo, Vida.

jueves, 13 de mayo de 2010

Atolondrados


Quería sus manos ensambladas como dos piezas perfectas
esperándose para compenetrarse en carne madura y refulgir calor de ese núcleo precioso entre ellos.

Pocas veces tuvo tanto frío
entre las manos corría un brebaje complejo de aguas heladas

turbulentas de noche, tersas y negras
no hubo estrellas en esos dedos atolondrados.

Surtieron esos pasos gélidos arrastrados en círculos o en dameros
esquina tras esquina
y muerte sin luces
señales de tránsito iba girabando sobre sí mismo.

Mortuorios y asustados
el calor del vino no tocó ese labio cadencioso
decadencia del néctar precioso
se escurrió entre ellos, sin tocarlos, sin beberlos, sin inflamarlos.

Y si brillaron los ojos nadie pudo verlo
había tras cada contacto infinitos agujeros negros para absorver los cristalinos destellos que se escaparon
refulgieron los secretos en las pieles cubiertas, moradas, heladas.
Los rayos sólo volaron lejos con cada chispa de fuego, la ponzoña del pecado se fue arrastrando arrastrando arrastrando Lejos lejos lejos lejos lejos.

No fueron puzzle ni la última ni la primera pieza
no hubosincroníasincrónicas
ni
inclinacionesinclinadas

Besé mis labios como una vidente lunática
alucinógena de mi noche helada, sin más, la última vez.

Besé mis labios que ni a mi contacto respondieron
me desplazaron con sutileza
me negaron con dolor
amordazaron mis revoltosas sangrías para corear el maullido lastimero.

En alguna parte, en las dimensiones borrosas


(Para la claridad)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Me confundiste con un árbol

El día que me confundieron con un árbol
me salieron raíces como las mentiras de sus labios torpes
El día que me confundieron con un árbol
me anclé a la tierra
donde me has puesto
para escalarme
y desde mi copa, beber el licor de la inocencia
llorarás lágrimas de vino, purgando tus pecados
dando muerte a otra juventud crédula.

El día que me confundieron con un árbol
hablaron de cortarme
¡corta el árbol!
y en mi cuerpo se abrían vertientes de madera.

Navegaron por ahí tus mentiras podridas
navegaste por ahí con mi silueta detrás
contra la corriente
tu andabas buscándola
usándome de camino, de tránsito acuático
de preciosa bondad
de idiota

De cada vertiente tiraba más raíces
asfixiarte con mis propias raíces
sería la justicia de la madre naturaleza
Retorcerme a su alrededor
despojarme de mis hojas
y con ellas, secas, acariciarte por última vez.

Y el pobre árbol gemía
sin saber que gemía, así lo hizo
con cada falso grito ahogado
se iba muriendo la planta carnívora
se iba quemando
copa verde de fuego
árbol desnudo
árbol muerto

El día que me confundieron con un árbol
no pudiste verme
agitaste como un loco la sierra
me taladraste
astilla por astilla
mi cara ausente fue a caer sobre tus manos
estabas muy ocupado para notar que no era un árbol
no era ni copa ni hoja, ni sal ni tierra, ni tú.



TODAS LAS VIDAS CAYERON AL MAR