domingo, 28 de marzo de 2010

Virus del absurdo


Un simple resfriado ¡sí señor!
la moto viral se me ha ido al infierno y he colgado las patas sin decir más.

Respiraba de nuevo
me encaramé a la nube y cabalgué las lejanías
que nube más amarilla y cómoda
pensaba mientras recorría mis intestinos morados a cuatro pies.

Y qué luz yo no vi ninguna vida ni en pocos ni en muchos minutos
sólo vi su carita maliciosa, pequeña y adornada
como me gusta el jengibre y el olorsito que me deja en la boca.

Se me ha desecho la nube en nieve virando a la derecha
como la mala hierba se me ha puesto helada hasta la médula
Soy ¡oh como las diosas de la nieve! ¡Quíone!
con las mechas como el fuego y la boca desatándome los velos.

Que absurdo como me fui congelando en el oasis de los muertos
como te vi burlándote de ti mismo, te levanté ambos brazos:

¡No te mueras! ¡Éste es mi paraíso!

Me gustó que te dieras la vuelta y vivieras
me sentí a salvo en lo infinito
remecí mis músculos dormidos para danzar con mis asperezas dormidas.

Sí, éste sería ahora mi paraíso

Abrí mis venas en la tierra y vi encenderse mi alrededor
primaveras de sangre para las muertas
mi oasis de muerte, en mis acrílicos de miel.


miércoles, 17 de marzo de 2010

Egocuento


Empieza el día, me estremezco de frío, voy al baño y el primer ego del día, el espejo y mi egoreflejo en él, mi cara de muerto de mañana, no importa, de todas formas se egomira y egodesagrada por tal mal aspecto que es, de todas formas, inevitable en la mañana.

"Sólo las egomentiras de las películas despiertan con pestañas largas, ojos claros y sin lagañas" pienso.

Llego al primer destino de la mañana y todos se pasean con sus egos de la mano, algunos más despreocupados, otros más nerviosos evaluando su fisonomía de 1 a 10 a ojos ajenos, víctimas de un mal y poco sentador uniforme.

Las primeras conversaciones son más y más agotadoras, ya no se habla si no se corre hablando para poder pasar la palabra a los egos ansiosos y sedientos de explicarse el mayor tiempo posible. Cada egosegundo cuenta, incluso más que el anterior una vez que se entra en los detalles.

Termina la jornada, me subo al bus y son una lucha de egos silenciosos por el aire, unos miran afuera por las ventanas, otros con la mirada aparentemente perdida en los confines del transporte público, todos, hasta los egofantasmas de las micros fallecidas andan por ahí sintiendo autocompasión o lo que sea que sientan sobre sí mismos los fantasmas, lo que es seguro, es que están pensando en sí mismos.

Me despido con una mueca y emprendo el corto tramo que falta a mi departamento, y en el camino mis egopensamientos se entusiasman, sopesando todas las egoposibilidades para el prometedor futuro que quieren para mí y para ellos, por supuesto.

Llega la hora, me siento a la mesa, acerco mi silla fría un poco más y espero el festín de egos ansiosos calentados en el microhondas, una vez que uno empieza, es cuestión de tiempo para que los egos empiecen a taconear el cuero cabelludo, molestos por lo que no están diciendo y por lo que tienen que escuchar que no se trata de ellos.

Intentamos con grandes esfuerzos ignorar los egogolpes de nuestra egocabeza y de hacer un esfuerzo enorme por permanecer concentrados en el otro.
Sobre nuestras cabezas se desata la tercera guerra mundial, que ya es diaria, aquí y allá, en todos lados, en todas las personas, en el cielo.

Los egos se desgarran los unos a los otros y se hunden en el mar del cielo para estar siempre, más y más arriba, más y más inflados y ojalá siempre sordos.



Capítulo 93


" Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero por no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames, me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero."

Julio Cortázar "Rayuela"


Y como no puedo alcanzarte, doy media vuelta y no salto, porque la sangre me arrastra al núcleo con la fuerza de la tierra, y si quiero quererte y no quererte como quiero tendré que hacerlo en otro lugar, donde no me pidan ni me empujen, si voy a saltar al vacío, quiero dar mi propio paso como si fuese mío, como si lo fuese y dejar la sangre sangrar.

sábado, 13 de marzo de 2010

Perdición



Me deslizo perniciosa por los pasillos
ahuyento sus señuelos envidiosos a mi pasar
no los miro
no los retengo
los olvido
¡Silencio! No hagan tanto ruido al caminar.

Y lo que no siento, dificilmente lo pienso
transcurridas las zapatillas y los tacones
se fijan en mí unas cuantas miradas tristes
difusas en algún tiempo de amor eterno.

Casi me muero del susto
que ausencia pastosa y densa
Se ha nevado mi sensación, tengo los nervios dormidos
la médula me quema, que roja se me ha puesto la piel.

¡Oh dolorido corazón mío! Dónde has dejado tus anhelos y tu fervorosa sangre.

Se me ha escapado la luz de los ojos
me ha dejado flotando en el aire
infinito mundo
que eterno es el mundo
que lleno de alimañas
y sin colores en mi pálpito.

¡Tan cerca del cielo! Tan cerca del cielo me dejaste caer como los muertos.

Derrama lágrimas vacías
ojo ocular de la vida maldita
me atornillan las manos a la pared de atrás
cruzadas sobre mi espalda
trazando la equis
mis muñecas maltrechas, ensangrentadas por la lucha diaria.
Siguen atadas
Siguen condenadas
encadenadas.

También yo voy a trazar mi ojo
para despedazarlo
coserlo a mi vil señuelo
de mentira, engañoso

Soy la que lleva los tacones ¡Y yo no estoy haciendo ruido!

jueves, 11 de marzo de 2010

Millas lloradas




Millas y centenares de penas y angustias monótonas
se repiten como día y noche, imparables.

Hasta que se apaga la pena como la muerte
un solo oscuro túnel en la memoria del que ha sufrido
el recuerdo escalofriante de ese cubículo amarillento y mohoso.

Brisas cristalinas perpetúan el día siguiente
despertando en medio de maravillas naturales
consciente y llena de cardenales
menos morados con los días
más tranquilos con la mañana.

Mediodía, me saludan los fantasmas
Buenas noches a ustedes

Ventanas abiertas de par en par
algo de frío en la piel, para sentirle el gusto a miedo pasado

Qué manantiales de oro corren por mi silueta pobre pero animosa
y por ella nítida se esparcen
con el rey levantando mi cabeza
entrelazando sus dedos en mi cabellera sedosa
deslizando mis pies por la superficie húmeda de llantos florecidos