jueves, 11 de marzo de 2010

Millas lloradas




Millas y centenares de penas y angustias monótonas
se repiten como día y noche, imparables.

Hasta que se apaga la pena como la muerte
un solo oscuro túnel en la memoria del que ha sufrido
el recuerdo escalofriante de ese cubículo amarillento y mohoso.

Brisas cristalinas perpetúan el día siguiente
despertando en medio de maravillas naturales
consciente y llena de cardenales
menos morados con los días
más tranquilos con la mañana.

Mediodía, me saludan los fantasmas
Buenas noches a ustedes

Ventanas abiertas de par en par
algo de frío en la piel, para sentirle el gusto a miedo pasado

Qué manantiales de oro corren por mi silueta pobre pero animosa
y por ella nítida se esparcen
con el rey levantando mi cabeza
entrelazando sus dedos en mi cabellera sedosa
deslizando mis pies por la superficie húmeda de llantos florecidos

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