viernes, 27 de febrero de 2009

Flores en la ventana

A veces la vida se toma unos tiempos extraños para enseñarnos ciertas cosas. En estos días que ya están medio lejanos y en estos que aún se están desprendiendo de la presente cercanía, he encontrado una peculiar sensación de felicidad y de curiosidad al mismo tiempo.

De vez en cuando las respuestas inesperadas afloran en el cuerpo y las lágrimas ocasionales se hacen más livianas. Incluso me es difícil concentrarme, es difícil profundizar cuando el sentimiento se pasea tranquilo en el aire.

Cada vez que gira mi mundo aparecen nuevas cosas que me llevo hasta poder descifrar, hoy tengo unas cuantas que no me atormentan, que tranquila me siento así, que breve se vuelve la agonía, que agradable la templanza.

Y cuando recuerdo esos cariños, ese romanticismo lleno de fresca brisa, esas risas y esos desvergonzados cantos, sonrío, sonrío en la oscuridad de esta noche sin novedad, y porque no diré que no me hace falta, un poco de paciencia y de calma para disfrutarla y sentirla.

No está de más decir que comienzan pronto cosas nuevas, es muy probable que ya hayan empezado, y no me asusta, los tiempos me han arrojado ya muchas herramientas, muchos amores y diferentes lecciones, ahora tengo la confianza de poder utilizarlas mejor y caminar más suave, menos ruido, más paz.

Y recordaré cada nuevo encuentro como un lindo deseo, y traeré el pasado para comprender mejor lo que se viene, porque si no es así, ¡qué sentido tendría!

Por suerte hay otra infinidad de sin sentidos para dar sentido, o para conformarse con su deliciosa espontaneidad, ojalá siempre dulce.

Es que ya no se trata de cuantos errores he cometido, no se trata de cuantos errores cometieron conmigo, si no de cuantos aciertos voy a tener y que efímeras o eternas alegrías podré crear. Porque no es necesario ser felices cuando la flor despierta con el sol, podemos ser felices bajo la lluvia mientras no perdamos esperanzas de que podemos serlo. Y que esto me sirva como lección, para reinventar un par de momentos y para buscar mejor ojos con realidad, con sueños, con mejor luz.

Que las dudas existan, pero que el martirio no penetre tanto.
Que el llanto se manifieste, que no apuñale tanto.
Que la rabia patee un par de piedras en el camino, que no asesine.
Y que la alegría valga, tanto como vale todo lo demás.

Para ser grandes, tan sólo hay que ser grandes. Porque a pesar de todo, esta vida me ha demostrado que no hay nada todavía por lo que valga morir en pena. Y eso, no es una idiotez.
Tal vez es simplemente que olvidamos expresar, a veces olvidamos aprender, otras reconocer, algunas perseverar, pero por sobretodo, muchas veces olvidamos amar por sobre lo demás.

Quien sabe, es que quizás necesitaba inundarme de oscuridad para poder rescatarme en el recuerdo de que hay algo mejor que todo eso.
Y nada es en vano ciertamente, quizás es sólo tiempo de mirar en otro lugar.



Y ella decidió creer, y no dudar.
Porque aunque a veces todo cambia,
hay cosas que nunca van a cambiar.

sábado, 21 de febrero de 2009

Catorces catorces


La osadía se manifiesta como hecho único y particular de valentía. No confundamos el juego osado con el verdadero ser que no se puede cambiar.

Y el sueño se vuelve severo y sincero, no dejando atrás la realidad que acecha al hombre. El cuerpo siente ánsias, la mente tiene sueños, la luz no se acaba, sólo se esconde temporalmente.

Entonces el alma siente la soledad y el abandono, siendo la luz tenue, siendo breve la muerte.

Cuando el tiempo habla, sólo el movimiento lo calma.
No hay muerte tan eterna como la que se gesta en vida.
No habrá vida tan eterna como ésta, que cae y se levanta.

Quien caiga y se quede no tendrá más oportunidad.
Quien se levante aunque sienta que ha muerto, podrá seguir viviendo con una victoria dentro, tal vez sin seguridad, pero con certeza.

14/Feb/2009