miércoles, 29 de diciembre de 2010

año nuevo (te odio)



Año nuevo
vítores escándalo
abrazos teléfonos abrazos mensajes abrazos rrrrrrrrrring rrrrrrrrrring (aunque hoy en día ya nada suena como ring)
año nuevo
te odio

¡fuegos artificiales!
podrían durar toda la noche
pero no
(se acaban)
los abrazos
los vítores
los escándalos
(en mi caso)
sola
recuerdo y lagrimeo torpe
sola
año nuevo
te odio
porque me siento sola
en
te odio año nuevo

los pertenecientes
colectivos
comunidades
comunitarios
juntos
año tras año
sin ellos
con otros
pero sola

duele
duermo
quiero que pase la noche
no sentirlo
el odio (año nuevo)
la soledad (solo mía)

y con años
y ese día (odioso)
algo se muere (dentro mío)
todos los años
muere
solo

viernes, 24 de diciembre de 2010

Memoria

En cada fragmento de recuerdo anterior hay un dejo de emoción pretérita que vuelve a coser una y otra vez aquel momento al presente, la mente se vuelve un tejido siempre en construcción de memoria fotográfica, de memoria afable, de recuerdos amables y desechables. Y entre puntadas, los trazos van perdiendo volumen y extensión, se van quedando cortos y sintéticos, pero en modo vivos con el tiempo, y en otro modo vivos nosotros.
Entre vida muerte risa llanto penumbra día cielo abrazo carta grito diente triza casa mano luz hambre frío color histeria violencia calma y calor, entre finas gruesas e infinitísimas personas y personalidades residimos en eternas mentes como trozos de una manta nerviosa, permanecemos como puntos de un tejido inconcluso y perenne que puede revivir nuestra vida sin nosotros.



El camino del justo

El camino del justo tiene al menos doscientos infinitos, en la sabiduría ignorante pero en esencia puro de intuición, lleva atados en los dedos las cuerdas en que se sostienen sus articulaciones y aun teme equivocarse, no duda halar sus hilos.

El acontecer del justo es producto más que efecto azaroso del andar cegado, es más bien un movimiento como cualquiera porque si de justicia se trata quién delimita no acompaña el raciocinio del hombre común, sino más nada una noción maleable y desfigurable que grafica constelaciones indefinidas y subjetivas a ojos terrestres.

Y entonces, quién flanquea el camino del justo, quién tiene el pie en la tierra de la causa-consecuencia, en la hierba que irremediable crece en las fronteras del que siembra la honestidad con las estaciones, acaso el postergado de sí mismo para entregarse a la comunidad, acaso quien solo actúa en su función, en su posteridad, el del equilibrio tal vez, quién o quiénes, si es que no son todos o no es ninguno.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Período de incubación


Hay un espacio transitorio en el fondo de mi mente, como una banda elástica dando vueltas sobre sí misma, emergiendo de las oscuridades y entretejida de luces por las fisuras de mi craneo.

En el deshielo nocturno se resiente cada uno de mis poros y a mis pasos llenos de castañeo van dejando tras de si imágenes amargas y explosiones involutivas, sin abreviaciones, calle a calle se materializaba la amargura que me tienta, iba perdiendo el equilibrio, jugueteando con el trozo de madera que no sostendría mi humanidad tensa y dolida.

¿Una suerte de mounstro?
Un ataque alienígena, una invasión de visitantes del futuro, yo solo pedía clemencia a mis nervios temblorosos, se fueron desactivando mis sonrisas de trazo, se fueron descomponiendo y fueron quedando vacías, en la contracción aturdida de todos los músculos rodeando mis ojos, el llanto me encontró una vez más en la soledad y en el suelo helado, con los nervios raídos y el amor muerto.

Y a primera hora ya mutaba mi cuerpo para obligarme a desaparecer... entre pruebas y simplezas del séptimo arte, me quedé y fui dejada a mi abandono.

¡Cuánto antes! ¡Siempre cuánto antes!

Pero ahora, dónde estás...

lunes, 29 de noviembre de 2010

Voto de silencio

A momentos pienso que solo es mi mente jugando conmigo, traicionándome, pero qué es lo verdadero si es que mi mente miente, no tengo más verdad que esa sobre mí misma.

Buen tiempo ha pasado desde que una de mis películas solitarias no lograba el ansiado objetivo de torcerme el pensamiento hasta poner en mi entendimiento una opción a mis tormentos, hoy en la tarde tuve la suerte, pero, todavía no me decido.

Perdí el control, la concentración, la enfermedad no cesa, la comida es ansiedad, es malestar, el alma me repudia el cuerpo y mi mente se llena de cenizas, de humo negro, y comprendo que solo la expresión en voz alta de todos estos conflictos, productores de tanto caos, es la salvación. No puedo aún sacar la voz, y como el cuerpo es mezquino y sufre de resentimiento, me quita la voz.

Un voto de silencio, pienso quizás sería suficiente para empezar, para reencontrarme, volver a acallar mis disparatados pensamientos, volver a oírlos, en la calma de mi soledad, porque sinceramente ya no sé donde estoy, dónde están mis amigos, dónde está mi concentración, mi dirección, necesito centrarme, y no puedo encontrarme más perdida, me está volviendo loca.

Siento como se va nublando todo, y realmente no logro diferenciar entre aquello que es cierto y aquello que mi mente quiere adoptar como cierto para librarme del caos y retraerse a sí misma. Necesito saber dónde están mis pies, y saber que puedo elevarlos con libertad, quiero mi libertad, quiero sorprenderme, necesito (más bien) sorprenderme, o temo que se pierda todo.

Mientras tiembla, pienso que mi interior también se agita, tengo miedo a quedar muda, tengo miedo a perecer indiferente, porque sé que si no encuentro la solución a mis conflictos, voy a terminar lléndome, desapareciendo.

No quiero irme, me gusta esta vida, pero si no me emociona, si no me eleva, voy a terminar abandonándola. Y lo sé, porque mi piel se vuelve hielo y si no siento, la frialdad me vuelve a dibujar el cuerpo y me vuelve inmune cuando menos debo serlo, no quiero ser inmune, quiero que la emoción vuelva, pero no sé como traerla de vuelta.

Quiero mi vida, y voy a guardar silencio hasta que mi mente sepa como recuperarla.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Re encarnación


Tengo monstruos enfrascados en los costados del cuello
mis hombros aguantan disecciones caricaturescas
bultos fangosos, vertientes mohosas y extremidades deformes.

La teoría del equilibrio acumula el temblor de la escalera vacilando en mi cuerpo, la estructura se fue desarmando con el movimiento, las piezas fueron quedando en la piel sostenidas y los peldaños se irán desmoronando, uno sobre otro, resbalando. Se van deslizando mis posesiones superiores y van apretándose dentro de mis pies, y la putrefacción sobre mis hombres va envolviendo los espacios que van quedando vacíos de materia viva, y por las cuencas vacías corre ese líquido espantoso, viscoso, azuloso, lustrando la opacidad de los años, se va inmortalizando en la piel muerta.

Cada escalón al desprenderse va quebrando una costilla, el espiral de escalafones se contrae alrededor de los pulmones y los va aprisionando cuál víbora sedienta, se oyen silbidos, las últimas inspiraciones resuenan con eco en el pecho que fue quedando hueco, y la boa ya no se esmera, el peso muerto se desmoronó fugaz hacia abajo, dejando el cuenco vacío.

Desde arriba comenzaron a desperdigarse las vertientes espesas por la piel fresca, la muerte viva, ardiendo aún, el pulso irregular y desgarrado del que no quiere soltarse. Flotando sin esfuerzo los pequeños monstruos se iban abriendo paso en el vientre atestado de gente, de colmillos pequeños pero cincelados, fisuras de luz, mínimas trizaduras en los huesos corroídos y fracturados por el exceso de peso, las criaturas iban construyendo sus cunas en el desalojado cuerpo, pequeños cuencos se iban endureciendo a los costados, y las vertientes se iban limpiando en su descenso, el líquido se hacía liviano y cristalino.

Los pies, perdidos entre la multitud, cedieron la presión y se abrieron en trescientas cuerdas de madera que perforaron la tierra a toda velocidad, una a una fueron enterrándose con violencia y de cada una salían doscientas más que ataban las raíces a la tierra por completo.

Las vertientes cristalinas hasta la transparencia, inundaron cada raíz y siguieron hasta la última de ellas rociando el agua pura y nueva, filtrada en huesos y tejidos despedazados, el contacto del agua con la tierra desencadenó un torbellino indefinido que se extendió por las raíces del cuerpo hasta la copa, rodeándolo, revistiéndolo, el torbellino fue tensando la piel, la fue secando hasta dejarla hecha madera, las cuencas interiores formaron pequeños agujeros en el exterior y cada pasillo que las corrientes de agua densa habían dejado al interior del cuerpo, ahora eran trazos y hendiduras en el tronco del árbol, los monstruos aún sobre los hombros reventaron en sus frascos, y entre vidrios y fango, se fueron trenzando en lo que antes fue cabello, las extremidades llevadas por el viento perdieron también la suavidad y eran madera tierna, ramas gruesas, ramas frágiles y minúsculas, se iban extendiendo, y de entre las ramas un frescor azulino pintaba las hojas que iban tupiendo la copa del árbol, reanimándolo.



miércoles, 20 de octubre de 2010

Como en casa

"Me siento como en casa" es de aquellas expresiones que guardo solo para esos momentos verdaderamente cálidos, acogedores, tranquilos y amenos en mi vida. Tengo la suerte de que mi casa sea eso y tantas otras cosas.

Pero no había pensado antes en la expresión como un estado que se diera de modo permanente y sin distinción de lugar. Y ahora siento como si tuviera una casa andante, que en todos sus elementos conforman esa casa de mis pensamientos, bañada en luz solar, amable, cálida, ese espacio que cada uno construye sabiendo que es ahí donde encuentra cariño y cobijo, consuelo y descanso, amor.

La voz que escucho, grave, dulce y serena, es mi anestesia. Se filtra por mis poros y aquieta cada una de mis células, las adormece y me arrulla en el suave terciopelo de su timbre anesteciante.

La risa que oigo, el estrépito agudo e infantil, es mi juego más preciado, y la sonrisa de esos dientes caóticos, si pudieran verla como la veo, me enternece en los huesos y siento arremolinarse en todo mi cuerpo el calor pueril y enérgico que quiere jugar a enredarse con su cuerpo, a rodar, a morderse, a conocerse con la piel como lo hacen los niños.

Las manos que me acarician, me cosquillea la piel al momento en que presiente ese tacto encendido, familiar, que añora y que siente suyo. Sus manos tibias son en la oscuridad la cosa más paciente y bella, mi pequeño trozo de refugio, donde mis defectos, las inseguridades pareciesen desintegrarse en tierra.

Se amarran, se dibujan y se trazan las líneas de sus dedos, y me entrego a su caricia dulce e infinita. Y cuando no está, a mi cuerpo le falta una parte, la falta la mitad de su temperatura.

Y tu boca que es mi sentido, que me atrae como si de ella obtuviera el oxígeno, y me enloquece porque entre nuestros labios corre el amor en licor de fuego. Con cada beso mi cuerpo se vuelve menos denso y voy elevándome, despegándome, con cada beso voy evaporándome.

Y trazo mis manos sobre su rostro, sin tocarlo, y brotan chispas, truena entre mi piel y la suya, se esparce sobre mis manos y sube por mis brazos y quiero que piense lo que pienso, y quiero mandarle un mensaje mientras lo dibujo desde lejos, y pienso que lo amo, que lo amo, que lo amo con todas mis fuerzas, y hago lo imposible porque el amor se vierta entre mis dedos y rocíe su labios y su cuello, y no se detenga hasta envolver todo su cuerpo con mi amor que se muere por entrar en su cuerpo, por entrar en sus ojos, en sus pensamientos.

Dos ojos, ansiosos, tristes unas, con miedo otras, profundos y abismantes siempre.
Me observan como si fuese una suerte, cuando soy un caos, y la suerte no es más que la mía por encontrar una casa, por respirar, por beber, por tocar y por sentir el amor de mi casa, su amor.

Mi casa es dueño de esos ojos, de esas manos, de la risa y de la voz, de esos labios, de mi amor.

Tú eres mi casa, porque no hay nada que me haga sentir más en ella que tú.




Bienvenidos sean los 20. Feliz mes amor mío.
Y si puedo deshacerme en amor para convertirme en tu casa, seré la persona más feliz.
Tenerte en mi vida, a pesar de todo lo demás, me vuelve la dicha misma.
Y amarte como te amo, es el mejor regalo que me han dado nunca.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La cinta en el sol

El aparato se extendía sobre el sol, se iba prendiendo en llamas, la niña balanceaba los pies,
daba pequeños pasos sobre la cinta encendida

El pelo se le iba quedando atrás, enrojecido, enmarañado, cortando se iba evaporando en el desierto del sol, los pies se le perdían y las manos seguían su ritmo hacia los lados, el balance.

Bajo la planta de sus pies el sudor tocando el fuego despedía una raíz gigantesca con una flor de un segundo mirando al oriente, el desierto florido del sol, el sudor de sus pies, el cabello se iba quedando atrás y la cinta no terminaba.

Sin punto fijo, la niña se miró los pies y debajo las llamas en lava escurrían por la superficie, los tallos muertos se evaporaban y las gotas de sudor abrían pequeñas grietas en el sol y los girasoles se iban abriendo en sus narices, se iban enroscando en la cinta, la niña saltaba entre las flores, entre las enredaderas y el fuego, más adelante no podía ver la cinta elástica del principio, el paisaje se iba difuminando, se iba perdiendo y el calor le iba cerrando los ojos.

Su cuerpo se iba vaciando de agua, la cabellera encendida se había hecho ceniza, y un montón de raíces iban germinando a su paso, se enrollaban en la cinta, en sus dedos, en sus pies, en sus tobillos, por sus piernas, le ataron la cintura y la niña no pudo seguir avanzando, los girasoles se abrieron alrededor de su cuerpo, en su espalda, sobre su pecho, y siguieron avanzando, envolviéndola, se torno verde, se perdió entre raíces y se enrosco en su cinta florida, la cinta invisible en el sol.

lunes, 11 de octubre de 2010

Destellos en la oscuridad


Tendría que haberlos visto antes en la oscuridad, o mejor hubiese sido no verlos nunca. El par de destellos se deslizaba sin rozar la superficie, parecían flotar de un lado a otro, y en efecto así lo hacía, me rodeaban un par de esferas brillantes, un par de ojos asesinos.

Destello brillante, envenenado, cercándome el camino, amenazándome en el punto preciso en que la luz se torna negra, sin garras, sin fuerza, con la violencia y el hambre contenida solo en esa mirada palpitante. Me tenía petrificado, amordazado, temí que cualquier movimiento despertara el ataque y los destellos se hicieran gigantes, frente a mí se expandieran y me atrapara su muerte.

La figura negra dispersa en los límites de la noche solo me dejaba seguir su vaivén a mi alrededor por la luz, y cada vez que la perdía por mi izquierda o mi derecha, temía que el pequeño reflejo en mis pies fuese la última visión nítida que conservara con la sangre aún corriendo en cada vena.

El color verde brillante que despedían los ojos del felino me incitaron la humildad, cuando intenté mirarlos de frente parecían encajarse en mis entrañas y retorcerlas con arrepentimiento, y todas sus voces, sus sonidos, la mujer que traicioné, la mujer que engañé, la mujer que abandoné, todas ahogándose en las aguas turbias que intoxiqué para ellas, podía ver sus rostros, cada uno en la luz, esperanzados, dolidos, atontados, emocionados, excitados, engañados y muertos, sobre todo muertos, perdiéndose como fantásmas, y cada expresión era una apertura en la piel, un desgarro que emergía desde dentro y se reflejaba en el resplandor verde que ahora también dejaba entrever unos colmillos, blancos y perfectos.

El gruñido que dejó escapar el animal despertó algo que en un principio no supe reconocer, pensé que el miedo me estaba volviendo loco, pero me sentía lúcido y no podía ignorar ese sonido familiar.
Soltó un segundo gruñido, más cercano a un ronroneo, todavía asesino, pero, sensual acaso, cálido, a punto de acariciarme si es que no fuese a despedazarme también y el pulso comenzó a enloquecerse bajo mi piel enferma, bastó un momento y un rostro, que ya había visto antes esa noche volvió a desplegarse ante mí: sus ojos, como cristales verdes, audaces, afilados siempre, sus movimientos sinuosos, sincronizados y claro, su voz tibia sobre mi piel, su ronroneo.

Algo debió pasar conmigo, porque el animal se detuvo.

Y pude verla, una pantera negra, grande y equilibrada, trazando ahora nítido en la oscuridad su contorno y un pelaje más negro que la noche, con un brillo delicado sobre su lomo, irresistible, como cuando la vi por primera vez.

Sus ojos se reconocieron en los míos, los colmillos blancos, sedientos, se enseñaron denuevo en una especie de sonrisa que sacudió mi cuerpo y lo hizo temblar, la imagen de la mujer se fusionaba con la del animal, y lo que despertaba en sus ojos, en todos esos ojos, era venganza, y ahora lo sabía.

Comprendió que las piezas ya se habían ordenado en mi cabeza y pude percibir como olfateaba el sudor, que antes frío y estático, empezaba a deslizarse por mi nuca.

La pantera soltó un gruñido feroz, un grito frenético, una determinación.

Quería correr, quería excusarme como siempre, necesitaba detenerla, tocarla como lo hubiese hecho antes para controlarla, siempre había sido la más peligrosa, la del instinto, la más parecida a un gato deslizándose en la oscuridad cada vez que caía en la tentación y volvía a su lecho para abandonarla al día siguiente.

El animal se encorvó un segundo, desplegó sus labios, y el resplandor verde del principio se extendió frente a mi en un gruñido, el último, un llanto desgarrado que se alzó sobre mi cuerpo que ya no era sino miles de trozos. Envuelto en su resplandor pude ver mi sangre brillando sobre sus colmillos, saciándole la sed, atenuando su dolor, cobrándome la vida.

martes, 5 de octubre de 2010

Y amar el vuelo


Verte a través de miles de oscuridades y recordar esas imágenes anteriores no es nada como sentir tu piel ahora bajo mis dedos, queriendo envolverte en lo que las palabras son insuficientes para hablar, y tenerte ahora es la mañana más soleada en colores y es tener en mis labios un afrodisíaco que sale de tu boca y se dispersa en la mía. La ternura en un solo tacto que son millones de momentos, frutas maduras con caramelo.

El amor que siento me asfixia en caricias como las nubes blancas del alba y me adormece en el océano profundo al que se sumergen nuestros cuerpos, y el amor que siento es la droga más viciosa, el vuelo más alto, el aire más fresco. Tenerte ahora es una reverencia en la tierra húmeda, son tus manos mi lecho más blando y tu sabor el néctar por el que más se angustia mi sed.

Con cada día, más te amo, más me vuelvo loca, más me elevo, más anhelo la paz de tu abrazo y el calor de nuestra unión de lazos enredados, más creo en ti, más confío en tu amor que me levanta y flota conmigo.

Aprender a amarte, los ojos se hablan y en la noche más tranquila, los desgarros, las mordidas, las pasiones, el placer más dulce, la pasión más crujiente de amor encendido, esa música, de risas transportadas, de suspiros y respiros agitados, la sinfonía, todo aquello que nos vuelve a momentos una sola cosa, nos deja ser perfectos a ratos y encuentro en ese trance la paz y el desastre, mi hogar.


martes, 28 de septiembre de 2010

Cachorros con aletas


La miraba desde el otro lado
cómo se balanceaba de un lado a otro arrastrando los labios cortos sobre ese trozo de plástico.
La contorneaba con nostalgia, sabía ella lo irresistible que lucía desde este lado, inclinándose y con el semblante muerto de pena.

Como los peces se seguían, flotaban casi imperceptibles de un lado otro lanzándose burbujas de llanto con suspiros melancólicos y entre las algas se observaban de reojo sin pestañas.

A través del vidrio
acalorados se apretujaban y se mordían cariñosos como dos cachorros cálidos, las metamorfosis del aislante encendido, amor de criaturas, amor de leones.

Y despacio se fueron enredando como torbellino, besándose con temple de riachuelo, bordeándose como enredaderas en el tejado de luna sobre las olas, tartamudeando los testimonios más crudos y más azucarados mientras se huelen con narices sabuesas las pieles almidonadas con besos amortiguados.

Pueden amarse como las tortugas
cómo se aman las tortugas
tan despacio que una caricia dura 25 años y puede alcanzarnos la muerte a medio labio o acorazados en la oscuridad.

Pueden amarse como las abejas
a toda velocidad solo por 46 días, sobrevolando y dando una vuelta y media a la tierra o anclados en el oro achicharrado de la colmena, ámense como las abejas, como el néctar más dulce, amor con miel, amor con aguijón, amor de corta duración.

O puede ser como la sangre, que hierve, se esparce, corre, se acumula, se desplaza, se derrama, efervesce, se vuelve loca, se aprisiona, y me hincha la boca pegajosa de amor en tu boca roja.



martes, 10 de agosto de 2010

Amantes


Rocé mis labios con el milagro de fuego de los suyos, se me antojaba traspasar su piel y su pulso como un tambor en mis oídos despertaba el deseo enjaulado hace meses en mi sangre densa de ánsia contenida.

Sus manos trazaban mi cintura con la caída de las horas y la madrugada y su brazo se iba tensando con los minutos hasta revolver en mi cuerpo su deseo, reflejo del mío, retratado ahora en una mirada encendida, radioactiva en todas las terminaciones de mi cuerpo.

Ese primer beso, precioso y denso, hizo correr su pulso sobre el mío, sobregirándolo, enloqueciéndolo, me anclé a sus labios con toda la fuerza que me permitió la carne refulgir sobre su cuerpo, blando, cálido, versando adrenalina con cada movimiento que traducía en mi cuerpo entregado a sus caricias.

Caí en la cuenta de como su deseo rodeaba al mío y lo comprimía entre sus manos, no sentí nunca antes danza más perfecta que la de nuestros cuerpos amantes y culpables, apasionándonos en medio del vacío, del vapor que desprendían nuestros movimientos enloquecidos de pasión por el otro.

No me despedí de mi amante hasta probar su dulce licor reverberante y abrasador, lo empujé en mis arterias quebradizas hasta reparar mis heridas solitarias y lo bebí con fervor hasta que el calor me ahogó el cuerpo en la delicia más abrumante.

domingo, 30 de mayo de 2010

adiv nis adiV



Soy el paraje destituido de los anhelos humanos, con cada corrupción de mi ser se abren más trazos voluptuosos, más melenas gruesas, más círculos viciosos.
Soy una sombra, mis manos quieren alzarse y concretarse sobre la hiedra, desde las raíces comienza a incendiarse, me escuecen los ojos.

Vivo en el encierro de la melodía del piano, desafiando la nada, para ver siempre el fracaso ácido que envuelve mi garganta.
La música se mete en mi cuerpo y me pudre las máscaras, la belleza me adormece las piernas y lleva mis manos a trazar desórdenes en mi cabello. Se deja ir con la brisa invisible de los dedos misteriosos revoloteando en el piano, se deja llevar y ni siquiera se ha movido.

Estoy presa en un minucioso círculo en la periferia de mi cuerpo, me olvido de mis vértebras y estas adolecen mi sueño, soy una pieza de alabastro que ronda nada más en su deseo, en su imposible paso hacia adelante, presa en su mente, presa en su vida, para vivir, para sobrevivir.

Siento más frío que el frío mismo, pequeños pulsos se abren a través de mis músculos de hierro para recordar que debo moverlos, la calidez de mis pensamientos no alcanza a hervir mi cuerpo, no cala en mis huesos mi risa cadenciosa, mi muerte de hielo.

Me enferma la sola idea de volver a la vida, de salir de la cueva.
Está fría, siempre está muy fría, pero siempre puedo encender mi cuerpo como leña y ver el relumbre de mi mente mientras tiende al calor su corrida maratónica.

La vida sólo me adormece la mente, la baña en aguas pútridas y gélidas.
Los días me hacen sentir como la muerte en el calor de un chaleco sintético

Hay una vida dormida que me angustia pero me incita a seguir despierta
Ficción, dulce fantasía, desgarro profundo, Vida.

jueves, 13 de mayo de 2010

Atolondrados


Quería sus manos ensambladas como dos piezas perfectas
esperándose para compenetrarse en carne madura y refulgir calor de ese núcleo precioso entre ellos.

Pocas veces tuvo tanto frío
entre las manos corría un brebaje complejo de aguas heladas

turbulentas de noche, tersas y negras
no hubo estrellas en esos dedos atolondrados.

Surtieron esos pasos gélidos arrastrados en círculos o en dameros
esquina tras esquina
y muerte sin luces
señales de tránsito iba girabando sobre sí mismo.

Mortuorios y asustados
el calor del vino no tocó ese labio cadencioso
decadencia del néctar precioso
se escurrió entre ellos, sin tocarlos, sin beberlos, sin inflamarlos.

Y si brillaron los ojos nadie pudo verlo
había tras cada contacto infinitos agujeros negros para absorver los cristalinos destellos que se escaparon
refulgieron los secretos en las pieles cubiertas, moradas, heladas.
Los rayos sólo volaron lejos con cada chispa de fuego, la ponzoña del pecado se fue arrastrando arrastrando arrastrando Lejos lejos lejos lejos lejos.

No fueron puzzle ni la última ni la primera pieza
no hubosincroníasincrónicas
ni
inclinacionesinclinadas

Besé mis labios como una vidente lunática
alucinógena de mi noche helada, sin más, la última vez.

Besé mis labios que ni a mi contacto respondieron
me desplazaron con sutileza
me negaron con dolor
amordazaron mis revoltosas sangrías para corear el maullido lastimero.

En alguna parte, en las dimensiones borrosas


(Para la claridad)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Me confundiste con un árbol

El día que me confundieron con un árbol
me salieron raíces como las mentiras de sus labios torpes
El día que me confundieron con un árbol
me anclé a la tierra
donde me has puesto
para escalarme
y desde mi copa, beber el licor de la inocencia
llorarás lágrimas de vino, purgando tus pecados
dando muerte a otra juventud crédula.

El día que me confundieron con un árbol
hablaron de cortarme
¡corta el árbol!
y en mi cuerpo se abrían vertientes de madera.

Navegaron por ahí tus mentiras podridas
navegaste por ahí con mi silueta detrás
contra la corriente
tu andabas buscándola
usándome de camino, de tránsito acuático
de preciosa bondad
de idiota

De cada vertiente tiraba más raíces
asfixiarte con mis propias raíces
sería la justicia de la madre naturaleza
Retorcerme a su alrededor
despojarme de mis hojas
y con ellas, secas, acariciarte por última vez.

Y el pobre árbol gemía
sin saber que gemía, así lo hizo
con cada falso grito ahogado
se iba muriendo la planta carnívora
se iba quemando
copa verde de fuego
árbol desnudo
árbol muerto

El día que me confundieron con un árbol
no pudiste verme
agitaste como un loco la sierra
me taladraste
astilla por astilla
mi cara ausente fue a caer sobre tus manos
estabas muy ocupado para notar que no era un árbol
no era ni copa ni hoja, ni sal ni tierra, ni tú.



TODAS LAS VIDAS CAYERON AL MAR

lunes, 26 de abril de 2010

Atolondra

Noches de Atolondrados.

Quería sus manos ensambladas como dos piezas perfectas
esperándose para compenetrarse en carne madura y refulgir calor de ese núcleo precioso entre ellos.

Pocas veces tuvo tanto frío, entre las manos corría un brebaje completo de aguas heladas, turbulentas de noche, tersas y negras, no hubo estrellas en esos dedos atolondrados.

Surtieron esos pasos gélidos arrastrados en círculos o en dameros
esquinas tras esquinas y muerte sin luces y con señales de tránsito que giraba sobre sí mismo.

Mortuorios y asustados, el calor del vino no tocó ese labio cadencioso, decadencia del néctar precioso, se escurrió entre ellos, sin tocarlos, sin beberlos, sin inflamarlos.

Y si brillaron los ojos nadie pudo verlo, había tras cada contacto infinitos agujeros negros para absorver los cristalinos destellos que se escaparon, refulgieron los secretos en las pieles cubiertas, moradas, heladas.
Los rayos sólo volaron lejos con cada
chispa de fuego, la ponzoña del pecado se fue arrastrando arrastrando arrastrando Lejos lejos lejos lejos lejos.

No fueron puzzle ni la última ni la primera pieza
no
hubosincroníasincrónica
ni
inclinacionesinclinadas


Besé mis labios como una vidente lunática
alucinógena de mi noche helada, sin más, era la última
besé mis labios que ni a mi contacto respondieron
me desplazaron con sutileza
me negaron con dolor

amordazaron mis revoltosas sangrías para corear el
maullido lastimero.

En alguna parte, en alguna noche de astros...

martes, 20 de abril de 2010

Figura y des-figura


Me sentí apaleada, no exageraba, apaleada, ¡palos señor palos!
me desfiguró la sola idea de detener el palpitar de mis entrañas para cegarlas, se abrían mis ojos al frío mismo y se iban empañando lentamente hasta congelarse, abiertos, sintiendo el espacio que se iluminaba despacio y dolorosamente, atravesando mi cuerpo, quebrándolo en dos.

Un par de manos viejas separaron mi piel para arrancar de lo profundo el órgano deshidratado, oscuro, apaleado ya en su seno más profundo, en su romance.

Lo arrancaron con rudeza desperdigando mis arterias por el suelo, las venas fueron a dar al techo y mi cara se cubrío de lágrimas sangrientas que rodaban mis mejillas sin color, para acostarse luego en los pliegues de un vestido desgarrado, ceñido al cuerpo, desperdigado en trozos y trozos de tela por el suelo.

Una mano se lo lanzaba a la otra, el juego parecía hacerlas tan felices
mano blanca mano negra mano blanca mano negra mano blanca mano negra y ésta no quiso jugar más y en un sólo movimiento lo lanzó a la muralla contrario a la mano blanca.
Se juntaron, grises, para aplaudir la obra de arte en la blanca muralla
aún se estaba gestando, ensamblando
como aún líquida resbalaba suave
enternecidas las manos se acariciaron.

Se posaron luego sobre mi cabeza, mano blanca acarició mi cabello, lo asía y revoloteaba con delicadeza, ella debía saber como me hacía sentir, tranquila y amada, recogida de las tinieblas del acuario para dejarme llevar en esas caricias tan sencillas, tan a prueba de balas.

Mano negra posó sus dedos negros en mis ojos, y quiso cerrar los párpados de esos ojos sin vida, para dejarlos navegar la muerte negra, la muerte blanca, la vida sin romance.

lunes, 19 de abril de 2010

Capítulo 138



"Depende de tan poco, el malhumor de una tarde, la angustia de los que puede ocurrir si empezamos a mirarnos en los ojos. Poco a poco, al azar de un diálogo que es como un trapo en jirones, empezamos a acordarnos. Dos mundos distantes, ajenos, casi siempre inconciliables, entrar en nuestras palabras, y como de común acuerdo nace la burla. Suelo empezar yo, acordándome con desprecio de mi antiguo culto ciego a los amigos, de lealtades mal entendidas y peor pagadas, de estandartes llevados con una humilde obstinación a las ferias políticas, a las palestras intelectuales, a los amores fervorosos. Me río de una honradez sospechosa que tantas veces sirvió para la desgracia propia o ajena, mientras por debajo las traiciones y las deshonestidades tejían sus telas de araña sin que pudiera impedirlo, simplemente consintiendo que otros, delante de mí, fueran traidores o deshonestos sin que yo hiciera nada por impedirlo, doblemente culpable"
"Rayuela" Julio Cortázar.


Justo y preciso, por decir lo más claramente posible.
Que desagradables las arañas y-sus-telas-de-araña
Rayuela c'est finni.

Y si sigo en mi cabeza voy a volverme loca como Oliveira y voy a tirarme al cielo.


P.S: tengo una heridilla que sangra justo bajo la uña en esa parte que no tengo idea como se llama pero que al parecer y según mis conocimientos borrosos o quizás un capítulo de LOST es una parte del cuerpo que era utilizada por torturadores para torturar (valga la redundancia).

domingo, 18 de abril de 2010

Gelidez





Nervios músculos huesos entumecidos por el gris de este día de parido frío, tengo en la boca del estómago nada más lejano a una quemazón, un entumecimiento peor que el de mi cuerpo una sensación desbocada, alojada en mi pecho también, como de fantasía maldita, mentira mentira mentira, como de falacia ensayada como de tragos y tragos de leche agria revolviéndose helada en mi estómago

Algo anda mal, muy mal o terriblemente mal o quizás no hago nada mal y alguien me hace mal o estoy moviendo mal el paso hacia el costado del día después, tengo entumecidos hasta los días de los pies

Porque no me abrazas mejor porque no me abrasas con tus brazos y me das calor está todo tan helado amor tan helado tan helado como el mismo hielo de mis brazos amor estoy tan helada en este puerto con esta brisa tan helada perforándome el cuerpo

Denme algo de verdad que la verdad quema en la noche más fría, quema hasta la médula la verdad y no sé si necesito calor sólo sé que estoy helándome y deshielando mis últimos dedos

En esa gélida piel distanciada podría estatizar mi cuerpo completo y oirlo trizarse de frío caer contra el pavimento y reventarse en trozos de hielo biológico

jueves, 15 de abril de 2010

Amarte(dejarte)


En silencio con todo el ruido que había a su alrededor, posó las manos sobre la barandilla para luego sostenerse y poder balancearse despacio, casi imperceptiblemente, de un lado a otro.
Era tan claro donde le llevaban la mente a los ojos, y tan tedioso lidiar con ese tipo de deseos, siempre acababa por ceder y terminaba por dirigir una mirada fugaz a ese lado, para encontrarlo, despistado, riendo, mirando a cualquier lado, quizá apoyando su cabeza sobre esas manos pequeñas o, el que era el peor escenario de todos, mirándola.
Era cuando debía reaccionar con rapidez y girarse a cualquier otro lado, la incomodaba, la hacía sentir un malestar estomacal curioso pero molesto de otra forma que uno simplemente físico.

Cada vez que se afirmaba en esa baranda, o la usaba para girar una y otra vez sobre ella, dirigía miradas alrededor en busca de nada, con la amarga certeza de que nada ni nadie la esperaba ahí para sorprenderla o tan sólo entretenerla.

Tal vez si me acerco, no imposible, no es lógico, esto ni siquiera es importante, ni siquiera importa la lógica, es el simple y pequeño y despequeño momento hechístico en que no tendría sentido amarlo, sin amarlo, sin certeza de amarlo, pero amarlo, dios, si dios existe, dios con mayúscula no existe, pero ¿no existe? Y sí existe el amor que siento y te estoy amando, y ya no puedo amarte porque ya no me amas porque en realidad, eso es todo, si dimos la vuelta al mundo ya no importa porque ya no me amas y yo jamás sabré si te amo.

She's leaving home.........................never a thought for ourselves.

Se estaba acostumbrando a responder a cada romanticismo ajeno "el amor no existe" y era tan simple y tan perplejamente falso como eso, que no fuese capaz de reconocerlo con agudeza y optimismo no significaba que cada 1:40 segundos de su vida no sintiera alguna pizca de amor recorrerla por el cuerpo para dejarla ir luego por sus cabellos sucios.

Se preguntaba si podría descorresponder el amor que en un supuesto sentía para corresponderlo a alguien más, se preguntaba si lo que amaba era a él o a lo que fuera que sintiese que decirle amor le parecía ciertamente aterrador en todos sus sentidos, él no la amaba y ella debía hacer algo con "eso" que la balanceaba, hola, con cierta timidez mientras bajaba las escaleras con la ligereza que le permitían sus pies doloridos, ligera como se puede ser cuando se lleva peso montado en los hombros, simplemente pensaba, cuán difícil podría ser corresponder un algo que alguien había descorrespondido intencionadamente, ¡cómo no sería posible atar el hipotético amor que la sacudía para desatarlo sobre algo permitido, sobre un pudiente, sobre un verdadero, sobre un correspondido amor que no la dejara ni la dejara dejarse ni dejarlo.

Cada ciertos momentos, sobretodo cuando tenía que someterse a esas sombrías horas en que sufría sintiéndose perdida y terminantemente estúpida, miraba al lado contrario que las miradas que se dirigían donde debían estar dirigidas y se sentía, como debía, estúpida.
No porque realmente fuera, eran esas horas que la trasladaban sobre sensaciones con establecimientos previos, de la estupidez a las molestias, estomacales y sensoriales, luego, espasmos más asociados a ataques de neurótica-rabieta y luego al desagrado completo.

Tal era el fenómeno que al momento de terminadas las horas, ya estaba totalmente sumergida en una de esas actitudes autoflagelantes de tortura interior mentepsicológicas, que consistían más que nada en un odio falso pero potente concentrado en el seño y en las miradas aparentemente perdidas con cierto dejo de asesinato o del acecho de un depredador.

Era, por sobretodas las cosas un disgusto malcriado, entre aburrimiento, falta crónica de amor y aceptación y las indudables ganas de asesinar para saciar la sed de sangre del odio mentiroso que produce la acumulación consecutiva de cariños sin expresión.

Aún dentro de esta burbuja de gases tóxicos, ella seguía preguntándose hasta donde era posible estirar el amor antes de dejarlo ir como a cualquier cosa, no le cabía duda de su capacidad de patearlo fuera como a las piedras, a puntapiés, pero había algo ingenuo que la aferraba a este sentimiento que más que nada la torturaba, con la ínfima ilusión de que algo bueno podría desprenderse, pero una vez más, el no la amaba ni la amabala ni la amalaba ni la ama ba la ama ba no no no, estaba frita y congelada a un lado del camino. Sólo le quedaba el sueño en que la mataban de un balazo.

Si debía extinguirse con sus destellos de luces anaranjados era una interrogante que también la molestaba, por ahora, sólo podía balancearse una vez más en la baranda de sudor absorvido por años, y dar vueltas y vueltas para divagar en divagaciones innecesarias en su desamor de crónicas humano-marcianas.

La respuesta a todo esto, es que no podía ser humana ni marciana, era algo, pálido y gatuno, sola, clara y oscura, ahogada, amando.


domingo, 4 de abril de 2010

Soy lágrima


Cuando fui lágrima fui libre
me derramé por mis piernas hasta el suelo y el subsuelo
me escurrí a chorro por mi torso y ya no había torso
revolotearon por mi estómago como libélulas de agua
fueron tirando los hilos de mi cuerpo hasta deshacerlos en agua vertida

Soy una lágrima y soy un millón de lágrimas
soy lágrima el día antes y el mismo día
soy lágrima ahogándose en lágrimas
soy lágrima diaria, luz y de noche

Cuando estoy muerta soy una lágrima atravesándome el cuerpo
cuando estoy muerta soy una lágrima en los sueños
una lágrima soñando que despierta

Soy lágrima y soy vida
soy la muerte que nada
y nadando se muere

Soy tantas lágrimas como colores
tengo lágrimas de colores
No conozco llanto de muchas lágrimas
soy una, dos y tres lágrimas solas
soy alguien que llora

domingo, 28 de marzo de 2010

Virus del absurdo


Un simple resfriado ¡sí señor!
la moto viral se me ha ido al infierno y he colgado las patas sin decir más.

Respiraba de nuevo
me encaramé a la nube y cabalgué las lejanías
que nube más amarilla y cómoda
pensaba mientras recorría mis intestinos morados a cuatro pies.

Y qué luz yo no vi ninguna vida ni en pocos ni en muchos minutos
sólo vi su carita maliciosa, pequeña y adornada
como me gusta el jengibre y el olorsito que me deja en la boca.

Se me ha desecho la nube en nieve virando a la derecha
como la mala hierba se me ha puesto helada hasta la médula
Soy ¡oh como las diosas de la nieve! ¡Quíone!
con las mechas como el fuego y la boca desatándome los velos.

Que absurdo como me fui congelando en el oasis de los muertos
como te vi burlándote de ti mismo, te levanté ambos brazos:

¡No te mueras! ¡Éste es mi paraíso!

Me gustó que te dieras la vuelta y vivieras
me sentí a salvo en lo infinito
remecí mis músculos dormidos para danzar con mis asperezas dormidas.

Sí, éste sería ahora mi paraíso

Abrí mis venas en la tierra y vi encenderse mi alrededor
primaveras de sangre para las muertas
mi oasis de muerte, en mis acrílicos de miel.


miércoles, 17 de marzo de 2010

Egocuento


Empieza el día, me estremezco de frío, voy al baño y el primer ego del día, el espejo y mi egoreflejo en él, mi cara de muerto de mañana, no importa, de todas formas se egomira y egodesagrada por tal mal aspecto que es, de todas formas, inevitable en la mañana.

"Sólo las egomentiras de las películas despiertan con pestañas largas, ojos claros y sin lagañas" pienso.

Llego al primer destino de la mañana y todos se pasean con sus egos de la mano, algunos más despreocupados, otros más nerviosos evaluando su fisonomía de 1 a 10 a ojos ajenos, víctimas de un mal y poco sentador uniforme.

Las primeras conversaciones son más y más agotadoras, ya no se habla si no se corre hablando para poder pasar la palabra a los egos ansiosos y sedientos de explicarse el mayor tiempo posible. Cada egosegundo cuenta, incluso más que el anterior una vez que se entra en los detalles.

Termina la jornada, me subo al bus y son una lucha de egos silenciosos por el aire, unos miran afuera por las ventanas, otros con la mirada aparentemente perdida en los confines del transporte público, todos, hasta los egofantasmas de las micros fallecidas andan por ahí sintiendo autocompasión o lo que sea que sientan sobre sí mismos los fantasmas, lo que es seguro, es que están pensando en sí mismos.

Me despido con una mueca y emprendo el corto tramo que falta a mi departamento, y en el camino mis egopensamientos se entusiasman, sopesando todas las egoposibilidades para el prometedor futuro que quieren para mí y para ellos, por supuesto.

Llega la hora, me siento a la mesa, acerco mi silla fría un poco más y espero el festín de egos ansiosos calentados en el microhondas, una vez que uno empieza, es cuestión de tiempo para que los egos empiecen a taconear el cuero cabelludo, molestos por lo que no están diciendo y por lo que tienen que escuchar que no se trata de ellos.

Intentamos con grandes esfuerzos ignorar los egogolpes de nuestra egocabeza y de hacer un esfuerzo enorme por permanecer concentrados en el otro.
Sobre nuestras cabezas se desata la tercera guerra mundial, que ya es diaria, aquí y allá, en todos lados, en todas las personas, en el cielo.

Los egos se desgarran los unos a los otros y se hunden en el mar del cielo para estar siempre, más y más arriba, más y más inflados y ojalá siempre sordos.



Capítulo 93


" Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero por no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames, me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero."

Julio Cortázar "Rayuela"


Y como no puedo alcanzarte, doy media vuelta y no salto, porque la sangre me arrastra al núcleo con la fuerza de la tierra, y si quiero quererte y no quererte como quiero tendré que hacerlo en otro lugar, donde no me pidan ni me empujen, si voy a saltar al vacío, quiero dar mi propio paso como si fuese mío, como si lo fuese y dejar la sangre sangrar.

sábado, 13 de marzo de 2010

Perdición



Me deslizo perniciosa por los pasillos
ahuyento sus señuelos envidiosos a mi pasar
no los miro
no los retengo
los olvido
¡Silencio! No hagan tanto ruido al caminar.

Y lo que no siento, dificilmente lo pienso
transcurridas las zapatillas y los tacones
se fijan en mí unas cuantas miradas tristes
difusas en algún tiempo de amor eterno.

Casi me muero del susto
que ausencia pastosa y densa
Se ha nevado mi sensación, tengo los nervios dormidos
la médula me quema, que roja se me ha puesto la piel.

¡Oh dolorido corazón mío! Dónde has dejado tus anhelos y tu fervorosa sangre.

Se me ha escapado la luz de los ojos
me ha dejado flotando en el aire
infinito mundo
que eterno es el mundo
que lleno de alimañas
y sin colores en mi pálpito.

¡Tan cerca del cielo! Tan cerca del cielo me dejaste caer como los muertos.

Derrama lágrimas vacías
ojo ocular de la vida maldita
me atornillan las manos a la pared de atrás
cruzadas sobre mi espalda
trazando la equis
mis muñecas maltrechas, ensangrentadas por la lucha diaria.
Siguen atadas
Siguen condenadas
encadenadas.

También yo voy a trazar mi ojo
para despedazarlo
coserlo a mi vil señuelo
de mentira, engañoso

Soy la que lleva los tacones ¡Y yo no estoy haciendo ruido!

jueves, 11 de marzo de 2010

Millas lloradas




Millas y centenares de penas y angustias monótonas
se repiten como día y noche, imparables.

Hasta que se apaga la pena como la muerte
un solo oscuro túnel en la memoria del que ha sufrido
el recuerdo escalofriante de ese cubículo amarillento y mohoso.

Brisas cristalinas perpetúan el día siguiente
despertando en medio de maravillas naturales
consciente y llena de cardenales
menos morados con los días
más tranquilos con la mañana.

Mediodía, me saludan los fantasmas
Buenas noches a ustedes

Ventanas abiertas de par en par
algo de frío en la piel, para sentirle el gusto a miedo pasado

Qué manantiales de oro corren por mi silueta pobre pero animosa
y por ella nítida se esparcen
con el rey levantando mi cabeza
entrelazando sus dedos en mi cabellera sedosa
deslizando mis pies por la superficie húmeda de llantos florecidos

domingo, 21 de febrero de 2010

"El secreto de sus ojos"

"en vez de encontrar la escena del crimen, encontrarás la de un velorio"


Trago amargo la muerte
silueta borrosa del pasado, queda estampado.
Me recuerden pálida y en una sola pieza o masacrada por un lunático en mil pedazos.
Mortaja tejida o frazada de cama
cubrirán mis restos dejados.
Sean quemados o cubiertos bajo tierra
con una historia y sin futuro para ser contado.

Restos de mis extremidades
ausencia de mis ojos
mundos para no ver, dignos o no de comentar
albergue de quienes en si me guarden.

Sólo un marco de foto apoyado en los libros
uno y nada más que eso,
en la vidriera de los muertos.

Dejado dolor


Doy hoy el primer paso
y en su caminar acelerado
desaliento mis pasos con su pesar.
Lo dejo marchar, ausentarse
regalarme la gracia de su abandono.

Con la certidumbre del vacío
pleno vacío que va quedando.
Vuelvo hacia atrás la cabeza
sólo para cerciorarme
no, nadie me sigue.

Vuelvo al frente la mirada
al porvenir
abrazando la duda
amparada en la certeza única
de que ausencia más plácida no hubo nunca.


viernes, 29 de enero de 2010

Fonética conceptual




Te muerde sarcófago triturador tirano arconte carroña fiereza resquebrajo ladrido cuajo TE DESPEDAZA NEURÓTICO.
Arde en las llamas del infierno acérrimo recalcitrante arteria sierra aterrado trementina sarcófago resina TE AHOGA RACIOCINIO.

Te mato, desenvaino el brillante sable SILENCIO.

Te recibe al vuelo violáceo serpentina venecia fertilidad simpleza carisma hidrógeno silicio y la ETERNA LIBÉLULA.

Te disparo hosco sexo muro errónea cuajo marca cerda karma taladro tersiana quejido chirriante careta cotejo ATRAVIESA LA BALA EL PARTO.

Lloro y abrazo rumiante carmín manso roble similitud caricia maña tirilla mancilla Y DUERME EN EL PELAJE CÁLIDO DEL LEÓN.

viernes, 22 de enero de 2010

Hunter



A veces pienso que la gente me fastidia para hacerme notar ciertas cosas, y como uno es terca y hay algunas cosas que prefiere ignorar, estas cosas vuelven a atacar hasta que son demasiado evidentes como para ignorarlas.

Lo lamentable de la historia, es que como seres humanos, generalmente tenemos tendencia a la cobardía, sobretodo cuando se trata de abrir los ojos y tomar decisiones radicales porque necesitan ser tomadas, porque es eso o pasar por encima de todo lo que creemos y somos valóricamente. Y también por una necesidad imperiosa de protegernos del mal a nuestro alrededor, aunque ese mal pueda estar muchas veces cubierto de una bellísima envoltura.


Por tanto, y en consecuencia con mi conocimiento ineludible de la verdad y de todos los trapos sucios, he decidido ser la cazadora.


Queriendo decir esto que no voy a cubrir más impertinencias ni malas jugadas por el amor que guardo y poseo. Ha llegado (finalmente) la hora de decir adiós a lo que éramos y buenos días a lo que quede de nosotras.


Recuerda que un día, fuiste importante y te amé.


Y que hoy, no sé quien eres ni puedo recordar como eras antes de la verdad.


Todo lo que ignoramos, vuelve a nosotros con el doble de fuerza y con doble impacto, en esta misma fecha hace exáctamente un año, me vi enfrentada a este mismo conflicto. La lección, es evidente, esta vez no voy a hacerme cargo de nada y que cada quien haga lo que le plazca, no hay problema en eso, mientras no deba yo estar ahí para respaldar y para justificar acontecimientos que me molestan profúndamente, por decir lo menos.


Se cierran capítulos y se abrirán otros...