miércoles, 13 de octubre de 2010

La cinta en el sol

El aparato se extendía sobre el sol, se iba prendiendo en llamas, la niña balanceaba los pies,
daba pequeños pasos sobre la cinta encendida

El pelo se le iba quedando atrás, enrojecido, enmarañado, cortando se iba evaporando en el desierto del sol, los pies se le perdían y las manos seguían su ritmo hacia los lados, el balance.

Bajo la planta de sus pies el sudor tocando el fuego despedía una raíz gigantesca con una flor de un segundo mirando al oriente, el desierto florido del sol, el sudor de sus pies, el cabello se iba quedando atrás y la cinta no terminaba.

Sin punto fijo, la niña se miró los pies y debajo las llamas en lava escurrían por la superficie, los tallos muertos se evaporaban y las gotas de sudor abrían pequeñas grietas en el sol y los girasoles se iban abriendo en sus narices, se iban enroscando en la cinta, la niña saltaba entre las flores, entre las enredaderas y el fuego, más adelante no podía ver la cinta elástica del principio, el paisaje se iba difuminando, se iba perdiendo y el calor le iba cerrando los ojos.

Su cuerpo se iba vaciando de agua, la cabellera encendida se había hecho ceniza, y un montón de raíces iban germinando a su paso, se enrollaban en la cinta, en sus dedos, en sus pies, en sus tobillos, por sus piernas, le ataron la cintura y la niña no pudo seguir avanzando, los girasoles se abrieron alrededor de su cuerpo, en su espalda, sobre su pecho, y siguieron avanzando, envolviéndola, se torno verde, se perdió entre raíces y se enrosco en su cinta florida, la cinta invisible en el sol.

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