domingo, 12 de diciembre de 2010

Período de incubación


Hay un espacio transitorio en el fondo de mi mente, como una banda elástica dando vueltas sobre sí misma, emergiendo de las oscuridades y entretejida de luces por las fisuras de mi craneo.

En el deshielo nocturno se resiente cada uno de mis poros y a mis pasos llenos de castañeo van dejando tras de si imágenes amargas y explosiones involutivas, sin abreviaciones, calle a calle se materializaba la amargura que me tienta, iba perdiendo el equilibrio, jugueteando con el trozo de madera que no sostendría mi humanidad tensa y dolida.

¿Una suerte de mounstro?
Un ataque alienígena, una invasión de visitantes del futuro, yo solo pedía clemencia a mis nervios temblorosos, se fueron desactivando mis sonrisas de trazo, se fueron descomponiendo y fueron quedando vacías, en la contracción aturdida de todos los músculos rodeando mis ojos, el llanto me encontró una vez más en la soledad y en el suelo helado, con los nervios raídos y el amor muerto.

Y a primera hora ya mutaba mi cuerpo para obligarme a desaparecer... entre pruebas y simplezas del séptimo arte, me quedé y fui dejada a mi abandono.

¡Cuánto antes! ¡Siempre cuánto antes!

Pero ahora, dónde estás...

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