jueves, 15 de abril de 2010

Amarte(dejarte)


En silencio con todo el ruido que había a su alrededor, posó las manos sobre la barandilla para luego sostenerse y poder balancearse despacio, casi imperceptiblemente, de un lado a otro.
Era tan claro donde le llevaban la mente a los ojos, y tan tedioso lidiar con ese tipo de deseos, siempre acababa por ceder y terminaba por dirigir una mirada fugaz a ese lado, para encontrarlo, despistado, riendo, mirando a cualquier lado, quizá apoyando su cabeza sobre esas manos pequeñas o, el que era el peor escenario de todos, mirándola.
Era cuando debía reaccionar con rapidez y girarse a cualquier otro lado, la incomodaba, la hacía sentir un malestar estomacal curioso pero molesto de otra forma que uno simplemente físico.

Cada vez que se afirmaba en esa baranda, o la usaba para girar una y otra vez sobre ella, dirigía miradas alrededor en busca de nada, con la amarga certeza de que nada ni nadie la esperaba ahí para sorprenderla o tan sólo entretenerla.

Tal vez si me acerco, no imposible, no es lógico, esto ni siquiera es importante, ni siquiera importa la lógica, es el simple y pequeño y despequeño momento hechístico en que no tendría sentido amarlo, sin amarlo, sin certeza de amarlo, pero amarlo, dios, si dios existe, dios con mayúscula no existe, pero ¿no existe? Y sí existe el amor que siento y te estoy amando, y ya no puedo amarte porque ya no me amas porque en realidad, eso es todo, si dimos la vuelta al mundo ya no importa porque ya no me amas y yo jamás sabré si te amo.

She's leaving home.........................never a thought for ourselves.

Se estaba acostumbrando a responder a cada romanticismo ajeno "el amor no existe" y era tan simple y tan perplejamente falso como eso, que no fuese capaz de reconocerlo con agudeza y optimismo no significaba que cada 1:40 segundos de su vida no sintiera alguna pizca de amor recorrerla por el cuerpo para dejarla ir luego por sus cabellos sucios.

Se preguntaba si podría descorresponder el amor que en un supuesto sentía para corresponderlo a alguien más, se preguntaba si lo que amaba era a él o a lo que fuera que sintiese que decirle amor le parecía ciertamente aterrador en todos sus sentidos, él no la amaba y ella debía hacer algo con "eso" que la balanceaba, hola, con cierta timidez mientras bajaba las escaleras con la ligereza que le permitían sus pies doloridos, ligera como se puede ser cuando se lleva peso montado en los hombros, simplemente pensaba, cuán difícil podría ser corresponder un algo que alguien había descorrespondido intencionadamente, ¡cómo no sería posible atar el hipotético amor que la sacudía para desatarlo sobre algo permitido, sobre un pudiente, sobre un verdadero, sobre un correspondido amor que no la dejara ni la dejara dejarse ni dejarlo.

Cada ciertos momentos, sobretodo cuando tenía que someterse a esas sombrías horas en que sufría sintiéndose perdida y terminantemente estúpida, miraba al lado contrario que las miradas que se dirigían donde debían estar dirigidas y se sentía, como debía, estúpida.
No porque realmente fuera, eran esas horas que la trasladaban sobre sensaciones con establecimientos previos, de la estupidez a las molestias, estomacales y sensoriales, luego, espasmos más asociados a ataques de neurótica-rabieta y luego al desagrado completo.

Tal era el fenómeno que al momento de terminadas las horas, ya estaba totalmente sumergida en una de esas actitudes autoflagelantes de tortura interior mentepsicológicas, que consistían más que nada en un odio falso pero potente concentrado en el seño y en las miradas aparentemente perdidas con cierto dejo de asesinato o del acecho de un depredador.

Era, por sobretodas las cosas un disgusto malcriado, entre aburrimiento, falta crónica de amor y aceptación y las indudables ganas de asesinar para saciar la sed de sangre del odio mentiroso que produce la acumulación consecutiva de cariños sin expresión.

Aún dentro de esta burbuja de gases tóxicos, ella seguía preguntándose hasta donde era posible estirar el amor antes de dejarlo ir como a cualquier cosa, no le cabía duda de su capacidad de patearlo fuera como a las piedras, a puntapiés, pero había algo ingenuo que la aferraba a este sentimiento que más que nada la torturaba, con la ínfima ilusión de que algo bueno podría desprenderse, pero una vez más, el no la amaba ni la amabala ni la amalaba ni la ama ba la ama ba no no no, estaba frita y congelada a un lado del camino. Sólo le quedaba el sueño en que la mataban de un balazo.

Si debía extinguirse con sus destellos de luces anaranjados era una interrogante que también la molestaba, por ahora, sólo podía balancearse una vez más en la baranda de sudor absorvido por años, y dar vueltas y vueltas para divagar en divagaciones innecesarias en su desamor de crónicas humano-marcianas.

La respuesta a todo esto, es que no podía ser humana ni marciana, era algo, pálido y gatuno, sola, clara y oscura, ahogada, amando.


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