domingo, 30 de mayo de 2010

adiv nis adiV



Soy el paraje destituido de los anhelos humanos, con cada corrupción de mi ser se abren más trazos voluptuosos, más melenas gruesas, más círculos viciosos.
Soy una sombra, mis manos quieren alzarse y concretarse sobre la hiedra, desde las raíces comienza a incendiarse, me escuecen los ojos.

Vivo en el encierro de la melodía del piano, desafiando la nada, para ver siempre el fracaso ácido que envuelve mi garganta.
La música se mete en mi cuerpo y me pudre las máscaras, la belleza me adormece las piernas y lleva mis manos a trazar desórdenes en mi cabello. Se deja ir con la brisa invisible de los dedos misteriosos revoloteando en el piano, se deja llevar y ni siquiera se ha movido.

Estoy presa en un minucioso círculo en la periferia de mi cuerpo, me olvido de mis vértebras y estas adolecen mi sueño, soy una pieza de alabastro que ronda nada más en su deseo, en su imposible paso hacia adelante, presa en su mente, presa en su vida, para vivir, para sobrevivir.

Siento más frío que el frío mismo, pequeños pulsos se abren a través de mis músculos de hierro para recordar que debo moverlos, la calidez de mis pensamientos no alcanza a hervir mi cuerpo, no cala en mis huesos mi risa cadenciosa, mi muerte de hielo.

Me enferma la sola idea de volver a la vida, de salir de la cueva.
Está fría, siempre está muy fría, pero siempre puedo encender mi cuerpo como leña y ver el relumbre de mi mente mientras tiende al calor su corrida maratónica.

La vida sólo me adormece la mente, la baña en aguas pútridas y gélidas.
Los días me hacen sentir como la muerte en el calor de un chaleco sintético

Hay una vida dormida que me angustia pero me incita a seguir despierta
Ficción, dulce fantasía, desgarro profundo, Vida.

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