domingo, 24 de agosto de 2008

Espera. Añoranza. ESPERANZA


Tengo escalofríos.
¿Tienen significado?
Tienen explicación, pero, ¿quién me explica esto?

Súbanme al cielo, quiero hablar con la vida, no vengo a increparla, lo prometo, sólo vengo a preguntar.
Si es que acaso está permitido preguntar, ¿por qué se lleva tanta bondad?

Bájenme al infierno, quiero saber, ¿existirá?
Las torpes manos del fuego, algo tendrán que decir en su favor.

Tirenme desde lejos hacia el sol, quiero saber
¿cuánto tardaré en morir?
¿cuánto tardaré en revivir?

Llévenme lejos, no quiero saber cuanto te puedo amar, no quiero saber cuanto han cambiado mi vida, ambas luces de mi vida en la penumbra, penumbra que se esfuma, penumbra que me ahoga y me libera, que se libera.

Puedo afirmarme de sus brazos y saltar al vacío sin caer, lo sé, puedo cerrar los ojos, y saber que están ahí, ¿por qué?
Y lo sé, están cansados de que pregunte por qué, hasta yo estoy cansada de preguntar por qué.

Se reirán, me oirán llorar, quiero escucharlos soñar, quiero verlos volar, puedo sentirlos en mí, veo como se transforman ante mí.

Quiero regalarles mi corazón, al menos lo que queda de él, o los trozos que aún no he regalado de él, ¿quieren cuidarlo?
Por que si no, también puedo conservarlo como quien conserva un tesoro que ha sido desechado pero no ha perdido valor.

Y ese valor, es que quizás no tiene valor, ¿tendrá valor?
¿cuánto quieren apostar?

Lo olvidé, no apuesto.

Tengo el corazón en la mano, ¿alguien sabe qué hacer con él?
Sé que puedo regalarlo, pero y si nadie lo quiere conservar, tendré que dejarlo en mi mano, eternamente.

¿Habrá una eternidad?
¿Dónde?

No puedo seguir ahora.


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