martes, 19 de agosto de 2008

Cristales de fierro


Gracias a todos por venir.
No sé como agradecerles el venir a rendir homenaje a una pobre mujer que se hundió en sus comentarios tristes, insensatos y vagos.

Y no haciendo alusión a los propios, si no a los de ustedes, infelices que osaron jugar con el fuego de mi vida, ponerlo bajo tierra y esperar pacientemente a que muriera como triste carbon mojado.

Pero alto, hoy difiero de la historia, les cuento, podemos volver a estudiar los mismos hechos que ocurrieron y ocurriran algún día de estos, y hoy, hoy en día, así como el anuncio de tiempo, les cuento.

Tengo las manos, empapadas de fuego, empapadas de mis decisiones, mis caminos y mis riesgos, y ¿qué?

Vengan todos a reprocharme, están cordialmente invitados a empujarme del precipicio, porque algo me dice, que no me voy a caer.

¿Quién va primero? ¿Quién quiere intentar?

Hoy ya no atravieso el cristal, puede que choque, puede que ya haya chocado más de una vez, pero al otro lado ya no voy a pasar, ya no lo hice, ¿me quieres acompañar?

Dulce voz y presencia, acaso hoy, ¿te puedo sorprender?
Con tantas estupideces como pasen por mi mente, con tantas miradas escondidas en mi falta de discreción crónica e intencional.
Como cuantos intentos suicidas mires sin detener.

Como cuantas veces me ignores, y como cuantas no te ignore yo a ti.
Como cuantas veces no me encuentres mientras te encuentre yo a ti.

¿Puedo arriesgarme un poco más?
Y dejarme caer sin mirar.
¿Puedo cerrar los ojos nada más?
A tientas camino sin miedo a chocar

Y si explota el camino, al menos, habré aprendido a volar, ¿quién no quisiera volar?
Quien no quisiera de vez en cuando desvanecer, y aparecer donde pudiese acurrucarse y descansar, sin pensar en que por cada fantasma hay una historia que contar.


No hay comentarios: