jueves, 21 de agosto de 2008

Horas y correos electrónicos


No queríamos dormirnos
queríamos comer el mundo.

Nos bastaba con dejar pasar, dejar pasar las horas.

Horas, horas, colgados como dos computadoras.

Allá íbamos tu y yo, llevados por el remolino
Nos dejábamos caer, caer hacia el destino.


Querido tú:

¡Buen día! Eso hubiesen dicho en algún lugar, te lo aseguro.
Pero nosotros podemos limitarnos a saludar como los cualquiera que rondamos por el lugar...
¡Buena! o con una "Hola", bastaría quizás.

Que puedo acaso contarte, si ya he contado cada mínima estupidez que ha pasado por mi torpe y nerviosa cabeza, esa que cuando te ve se revuelve y se apaga, me deja, me deja de funcionar.
¿Y qué? Quieres acaso que te cuente que te extraño, que no sé exáctamente que extraño, que quizás es todo lo que extraño o quizás la nada que sería decirte lo mismo, por que es igual.

Extraño nuestros ratos cortos e interrumpidos, algo avergonzados, algo necios, algo, algo de nosotros, me atrevería a decir.
Nunca faltará su buen dibujo improvisado, su buena radio flaite, su buena caminata desorientada, que puedo decir, no me puedo quejar, déjame pensar, ¿pensar?
Y creerán que estoy loca, y creerás que estoy loca, si ya lo sé, crees que estoy loca, pero creo que con eso puedo lidiar, puedo vivir incluso, hasta te puedo querer.

¿Querer? Y eso, de dónde sale, sale de donde, de donde se encuentran cosas que no existían, de donde nacen tormentas que limpian y cubren, te descubren para luego protegerte, para mostrarnos el sol con otros nuevos y brillantes ojos, como brillantes ojos llenos de sol.

Y puedo contener las horas, unas cuantas, para ti, explotarlas, perseguirlas, descuidarlas, para quedarme contigo, sin importarme su buen uso, a buena hora he dicho, ¿qué son las horas?

Y sola, pero sin estarlo, me pongo romántica, corto las luces que me despiertan, prendo las velas que me acompañan y se agitan con el bailar de mis dedos por el teclado. Y no me llamarás poeta, por que no lo soy, quizá algún día, quizá no. Pero aún soy pequeña, simple, casi quize decir tierna, pero tampoco, no lo sé, adjetivos pueden haber muchos, pero aún soy muy pequeña para caber ahi, en una poetiza que tira al viento palabras de amor y desamor que te pueden llenar de su propia sensación.

Y entonces, después de tanto, vuelvo a atreverme a preguntar, ¿me quieres acompañar?
me quieres acompañar a nada, a todo y a lo demás.
A enfrentarme, tal vez a escaparme, a perderme y a encontrarte.
Nunca supe bien como escribir un e-mail, nunca supe bien si existía un modo de hacerlo, así que tal vez tenía que inventar un modo.

Un modo de decirte, dentro de muchas cosas y muchas ramas, contarte las raíces, las raíces de mi amor, las raíces de la inesperada aparición y las respuestas de mi corazón.
Surgen hoy de encuentros casuales, surgen hoy mis ganas de decirte que te quiero, a pesar de la verguenza de plantarme tan frágil a florecer, quien me escuche dirá que me he vuelto loca, y no tendré más remedio que levantar la frente, estacionar sus ojos en los míos y decir

"Sí"



No hay comentarios: