lunes, 30 de marzo de 2009

"No nos une el amor, sino el espanto"

No hay nada tan asqueroso como una mujer enferma, que en su lecho desamparado, con el pelo grasoso y el cuerpo cansado, se dedica a ver cuanta película pasa en la televisión, sin gesto alguno que exprese algo.

Hasta que, llegado el momento, aparece frente a ella esta película dramática y emocional que la lleva a un estado de envidia, nostalgia y auto compasión inevitable pero repulsivo también.

Todo se resume a recordar lo patético de mis actos, tal que he dejado cada nuevo y fresco amor para dejar a esta libertad con su amargo sabor, y un inmenso deseo quemándole la piel.

Y esa explicación que siempre llega pero no me llena, el llanto negro que estalla conmigo sin mi consentimiento, me destroza lento su sin sentido.

Esta raíz que lenta crece en mi frente, me arranca toda jovialidad, dejándome sola, vieja y enferma.
Este pecho, que firme aprieta, se lamenta en su descuido, me reprende, quiere quererse.
Este cuello, desalojado, se vuelve obstinado, y adolorido se retuerce, indiferente, queriendo ser fuerte.

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