lunes, 16 de mayo de 2011

Preludio

De vuelta en la oscuridad húmeda
en la tormenta invisible
sentía como el repudio alcanzaba mis huesos
y los iba partiendo.

Como no habría de quebrarse
caminaba en el frío
en el abadono helado de la madrugada
el humo no alcanzaba a contenerla
y se paseaban todos por mi mente
sin despertar alguno

ni tú obligabas mi locura
ni tú encontrabas mi camino
ni tú nadabas en mis ojos
o susurrabas en mis oídos
entonces la sentí abofetearme
y vi la sangre detenerse
y el sustento desvanecerse.

Y la vi nacer entre mis costillas
y toqué la piel
y ahí estaba su presión infinita
botando mi cuerpo
despedazando mi ánima tranquila.

Y la noche negra
se tornó más negra
y me encerró en su atadura inmensa
y todo vuelve a ensuciarse
y a correr en forma de llanto
incontrolable
mientras me revuelco entre mis cadenas

que como nunca antes
asfixian serenas los días
que ya nadie aparece entre sus huecos
a tirar fervorosas sus cerraduras.

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