lunes, 22 de agosto de 2011

Arquitexturas


Ya no destrabas los silencios
las imágenes me gritan en la cabeza
y por pedazos de hierro se van descomponiendo
yo sabía que allí arriba algo se estaba pudriendo
tus ojos negros
un abrazo mezquino
y el vómito de la angustia abriéndote los nervios.

Quería que dispararas insectos
que los estamparas allá en su frente
y que tus labios fueran más que cerros
y que portones, y que dadores, que hormigueros
que andariveles de silencios flojos.

No existes más allá de mis oídos en los que aúllas
no te mueves fuera de mi visión periférica
ni te ausentas en otro lugar
si no en mis párpados brindando por la sombra.

Y si rodearte con mis brazos
no fuese otro diván lleno de tachas
yo querría que ahí te desarmaras
te desparramaras
te quebraras
y saldría tu olor de cada fisura
y en cada pieza tu sabor de pena
y ahí tus labios gritándome por fin
acurrucándose por los nidos de espuma
yo sabría que decirte
para que te izaras como bandera
no como paño de sábanas bordado.




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