sábado, 6 de septiembre de 2014

Puta esperanza

Yo sé que a nadie le gusta asumir que esta enfermo
- o lo que comúnmente llamamos por enfermo -
Yo también sé que por mucho tiempo ya,
he sido una persona de inclinación triste.

De caída.

Por la curva descendente.

Y ando por ahí con el cartel de triste al cuello
como un marcaje pestilente
el lagrimón, el ladrido y el exilio.

Y a riesgo de ser apedreada, reclamo, porque estoy hasta la hendidura de que me exijan la alegría de antaño - es que no te acuerdas a los diez años - si eras tan risueña.

Y quisiera que no me jodieran por su comodidad, ni por la incomodidad mía, que ya con andar de burra sin cola tengo suficiente, como si no tuviera por añadidura que tragarme todas sus penas silenciadas.

Yo sé que esta locura tiene mi nombre.
Pero también la nombro con cada uno de ustedes,
los que me anteceden, me rodean, me cubren, me sermonean.

Cuando yo naufrago, naufragan todos conmigo.

Cuando yo emerjo, emergen ustedes conmigo.

Entonces, por favor,
¡dejen de pedirme que retroceda!

Qué cosa es esa, tan extraña, de pedirle al triste que se devuelva
Si el navegante no avanza no profundiza,
y yo pienso ahogarme en esta infame incomodidad
si el naufragio no es la batalla final ¿por qué me ven como a una muerta?

Yo que traigo la muerte, y el alrededor que lapidario la refuerza.

Quiero una muerte en movimiento,
no pidan que la declare, o pronto harán que me venza.

No hay comentarios: